El Papa Francisco, en la Audiencia General: "El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón"
El Santo Padre ha continuado sus catequesis sobre la pasión de evangelizar y este miércoles ha reflexionado sobre "el modelo insuperable del anuncio: Jesús"
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El Papa Francisco ha continuado este miércoles, 18 de enero, el ciclo de catequesis que abrió la semana pasada sobre la pasión de evangelizar, “sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano”. Hoy el Santo Padre ha querido reflexionar de modo particular sobre el “modelo insuperable del anuncio: Jesús”.
Para Francisco, “Él está siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre que llega a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros”.
Durante la Audiencia General, el Papa ha pedido a los fieles mirar a las “jornadas” de Jesús que están descritas en los Evangelios: “Se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar (cfr Mc 1,35; Lc 4,42). Todas las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber rezado (cfr Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo como misión para nosotros”.
En su primer gesto público, Jesús se mezcla con la gente que iba a ser bautizada por Juan el Bautista: “Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros, sin distancias, en el compartir total de la vida […] Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos (cfr Mc 1,32-39)”.
Jesús mismo nos ofrece la mejor manera de representar con una imagen su estilo de vida: “Ser el pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr Ez 34,15)”.
Si queremos entrenar el “celo apostólico”, el Papa Francisco ha aconsejado tener siempre presente el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, donde se puede leer la parábola de la oveja perdida: “Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona de otra manera: sufre y arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más”.
“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Es el celo de Dios”, ha remarcado el Papa este miércoles.
“¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean “de los nuestros”, sino de amar para que sean hijos felices de Dios. Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral. Porque, sin este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos”, ha concluido el Santo Padre en la Audiencia General de este miércoles, la segunda sobre la pasión de evangelizar.