El Papa pide a los sacerdotes de Roma trabajar con los laicos para ser "servidores" y no "patrones"
En una carta con fecha del 5 de agosto, el Santo Padre "por un servicio precioso y a menudo escondido o poco reconocido"
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El Papa Francisco ha alertado a los sacerdotes de la diócesis de Roma sobre los peligros de desviar el ministerio hacia formas de arrogancia, por lo que invita en una carta datada del 5 de agosto a trabajar codo con codo con "hermanos" y "hermanas" laicos para iniciar "formas y caminos sinodales" y para ser "servidores" y no "patrones", para "lavar los pies de nuestros hermanos y no aplastarlos bajo nuestros pies".
En el inicio de la misiva, el Pontífice ha mostrado su "gratitud" a los sacerdotes de Roma "por un servicio precioso y a menudo escondido o poco reconocido". Después, ha destacado la "garantía de no estar nunca solos en medio de las alegrías y los sufrimientos" y, por último, les ha advertido de las "tentaciones mundanidad espiritual y clericalismo que corren el riesgo de desviar el ministerio hacia formas de cerrazón, elitismo, posesividad, arrogancia".
Por ello, les ha invitado a trabajar "codo con codo con hermanos y hermanas laicos para iniciar formas y caminos sinodales y para ser servidores y no patrones": "Para lavar los pies de nuestros hermanos y no aplastarlos bajo nuestros pies".
La carta, que lleva la fecha del 5 de agosto de 2023, memorial de la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, tiene unas siete páginas y fue escrita por el Santo Padre en medio de las numerosas citas de la JMJ con un estilo confidencial. Un texto, escribe el Papa, fruto también de la oración ante la Salus Populi Romani a la que, asegura, ha encomendado a todos los sacerdotes de la Urbe.
"Le he pedido que los custodie y los proteja, que seque sus lágrimas secretas, que reavive en ustedes la alegría del ministerio y que los haga cada día pastores enamorados de Jesús", dice Francisco, quien se siente "en camino" con los sacerdotes de Roma y quiere hacer que le sientan "cercano en sus alegrías y sufrimientos, en sus proyectos y trabajos, en sus amarguras y en los consuelos pastorales".
A su juicio, los "peores males" para el ministerio sacerdotal son "la mundanidad espiritual y el clericalismo". "La mundanidad espiritual nos lleva a ser mercaderes del espíritu, hombres revestidos de formas sagradas que en realidad siguen pensando y actuando según las modas del mundo", precisa.
En la misma línea, Francisco incide en que la mundanidad espiritual "es una tentación gentil y por ello aún más insidiosa". "Se insinúa de hecho sabiendo esconderse bien detrás de las buenas apariencias, incluso dentro de motivaciones 'religiosas'", comenta.
El clericalismo es "una enfermedad", repite Francisco, que lleva a "vivir la autoridad en las diversas formas del poder, sin ser conscientes de sus dobleces, sin humildad, pero con actitudes desprendidas y altivas". El Papa cita la metáfora de la "leche" y la "lana" (lo que alimenta y calienta) que se encuentra en Ezequiel y San Agustín para advertir del riesgo de: "Alimentarnos y alimentar nuestros intereses cubriéndonos de una vida cómoda".