El Papa recuerda el testimonio misionero del Padre Matteo Ricci: "Siguió siempre el camino de la amistad"

Francisco continúa sus catequesis sobre los "testigos ejemplares de celo apostólico" y ha recordado la vida del misionero jesuita que "pidió ser enviado al Extremo Oriente"

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco ha presidido la tradicional Audiencia General, en la Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, y ha continuado sus catequesis sobre los “testigos ejemplares de celo apostólico”. Este miércoles ha dedicado su reflexión al Padre Matteo Ricci que, después de haber entrado en la Compañía de Jesús y entusiasmado por los informes de los misioneros, “pidió ser enviado a las misiones en Extremo Oriente”.

Como ha recordado Francisco, “

. Con constancia y paciencia, animado por una fe inquebrantable,

”.

Él siguió siempre el camino del diálogo y de la amistad con todas las personas que encontraba, y esto le abrió muchas puertas para el anuncio de la fe cristiana”, ha subrayado el Papa. El misionero italiano estudió “de forma profunda” los textos clásicos de la cultura china, para poder presentar el cristianismo “en diálogo positivo con su sabiduría confuciana y con los usos y las costumbres de la sociedad china”.

Los conocimientos matemáticos y astronómicos del misionero “contribuyeron a un encuentro fecundo entre la cultura y la ciencia de occidente y de oriente, que vivirá entonces uno de sus tiempos más felices, en el signo del diálogo y la amistad”.

“Su fama como hombre de ciencia – ha afirmado el Santo Padre – no debe oscurecer la motivación más profunda de todos sus esfuerzos: el anuncio del Evangelio. La credibilidad obtenida con el diálogo científico le daba autoridad para proponer la verdad de la fe y de la moral cristiana, de la que él habla de forma profunda en sus principales obras chinas, como 'El verdadero significado del Señor del Cielo'”.

“Además de la doctrina, son su testimonio de vida religiosa, de virtud y de oración, su caridad, su humildad y su total desinterés por honores y riquezas, que inducen a muchos de sus discípulos y amigos chinos a acoger la fe católica”, ha subrayado Francisco.

A los 57 años, el misionero murió en Pekín “consumado por las fatigas de la misión, en particular por su continua disponibilidad a acoger a los visitantes que le buscaban en todo momento para aprovechar su sabiduría y su consejo. Es el primer extranjero al que el Emperador concedió la sepultura en tierra china”.

“Su amor por el pueblo chino, ejercido concretamente en la amistad, cordialmente correspondida por los chinos, permanece fuente duradera de inspiración no solo para toda relación entre la Iglesia católica y China, sino también entre la cultura occidental y la china, para que hombres y mujeres de todos los países puedan vivir como hermanos y hermanas”. Con estas palabras ha concluido Francisco la última Audiencia General de este mes de mayo.