Francisco en la vigilia de oración por el Sínodo: "Que este proceso sea kairós de fraternidad"
Junto a líderes religiosos, ha asegurado que "cuanto nos dirigimos juntos al Señor en la oración experimentamos que es Él quien nos purifica y nos une más allá de las diferencias"
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A cuatro días de la inauguración de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco ha participado en la vigilia ecuménica de oración
en la Plaza de San Pedro.
: Este es el concepto central de la breve homilía del Papa Francisco durante la vigilia ecuménica en las vísperas del inicio del retiro espiritual que precederá la apertura de la
el Santo Padre reflexionó sobre la relevancia del silencio en la vida del creyente, de la Iglesia y en el camino de la unidad de los cristianos.
Francisco habló frente a unos 18.000 miembros del Santo Pueblo Fiel de Dios, entre Cardenales creados durante el consistorio público ordinario de esta mañana, jóvenes de distintos países de Europa, sacerdotes, diáconos, laicos, laicas y doce líderes de diversas confesiones cristianas. A todos ellos el Papa agradeció al inicio de su discurso.
El Pontífice planteó que el silencio está al principio y al final de la existencia terrena de Cristo y recordó que esta tarde los cristianos hemos permanecido en silencio ante el Crucifijo de San Damián, “como discípulos a la escucha ante la cruz, la cátedra del Maestro”. “Nuestro silencio no ha sido vacío, sino un momento lleno de espera y de disponibilidad. En un mundo lleno de ruido ya no estamos acostumbrados al silencio, es más, a veces nos cuesta soportarlo, porque nos pone delante de nosotros mismos. Y, sin embargo, esto constituye la base de la palabra y de la vida. San Pablo dice que el misterio del Verbo encarnado estaba «guardado en secreto desde la eternidad» (Rm 16,25), enseñándonos que el silencio custodia el misterio, como Abraham custodió la Alianza, como María custodió en su seno y meditó en su corazón la vida de su Hijo (cf. Lc 1,31; 2,19.51)”.
A continuación, acotó que “la verdad no necesita gritos violentos para llegar al corazón de los hombres”. Aclaró que “a Dios no le gustan las proclamas y los alborotos, las habladurías y la confusión; prefiere más bien, como hizo con Elías, hablar en el «el rumor de una brisa suave» (1 Re 19,12), en un “hilo sonoro de silencio”. “Y así también nosotros, como Abraham, como Elías, como María necesitamos liberarnos de tantos ruidos para escuchar su voz. Porque sólo en nuestro silencio resuena su Palabra”.
Vista desde lo alto de la Plaza de San Pedro durante la vigilia ecuménica de oración. (Vatican Media)
En la última parte de su intervención, el Sucesor de Pedro se detuvo en el significado del silencio en el camino de unidad de los cristianos y subrayó que el silencio hecho oración nos permite acoger el don de la unidad “como Cristo la quiere”, “con los medios que Él quiere”, no como fruto autónomo de nuestros propios esfuerzos y según criterios puramente humanos.
“Cuanto más nos dirigimos juntos al Señor en la oración, más experimentamos que es Él quien nos purifica y nos une más allá de las diferencias. La unidad de los cristianos crece en silencio ante la cruz, como las semillas que recibiremos y que representan los diversos dones concedidos por el Espíritu Santo a las distintas tradiciones. A nosotros nos corresponde sembrarlas, con la certeza de que sólo Dios hace crecer (cf. 1 Co 3,6). Serán un signo para nosotros, llamados también a morir silenciosamente al egoísmo para crecer, por la acción del Espíritu Santo, en la comunión con Dios y en la fraternidad entre nosotros”.