La vida del sacerdote Miguel Sopocko, director espiritual de Santa Faustina y apóstol de la Misericordia

El encuentro del presbítero con la santa se produjo en 1933, recibiendo de ella las revelaciones de Jesús. Tras aquello, se encargó de extender la devoción a la Divina Misericordia

La vida del sacerdote Miguel Sopocko, director espiritual de Santa Faustina y apóstol de la Misericordia

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El beato sacerdote Miguel Sopocko comenzó su etapa como capellán castrense en 1918, durante la etapa final de la Gran Guerra. Iba a comenzar unos estudios pero, tras una enfermedad que se lo impidió, decidió incorporarse como voluntario al servicio pastoral militar.

Siendo nombrado capellán militar, fue enviado al hospital de campaña de Varsovia, aunque solicitó ir al frente un mes después, donde atendió a los múltiples heridos. Llegó a presidir la 'Ayuda Militar Fraternal', la capellanía de oficiales, la residencia militar y la escuela para huérfanos de las familias militares.

Una vez finalizada la guerra, el presbítero permaneció algunos años la pastoral con adolescentes y el Ejército, teniendo a un total de 10.000 soldados bajo su dirección espiritual.

ctv-iwg-divina-misericordia

Posteriormente, en 1933, fue designado como confesor de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, monjas contemplativas que se encontraban en el convento de Vilna. Allí se produjo su encuentro con Santa Faustina Kowalska, quien vio en él un buen director. Fruto de esto, la religiosa comenzó a comentarle sus experiencias místicas relacionadas con las revelaciones de la Divina Misericordia.

El P. Sopocko, al hablar de Sor Faustina, explicaba que "ya desde el principio me dijo que me conocía desde una visión que había tenido, según la cual yo debía ser su director espiritual y debía llevar a cabo ciertos planes de Dios, los cuales serían transmitidos a través suyo".

El inicio de la devoción a la Divina Misericordia

El presbítero recibió tres solicitudes de parte de Jesús, según le fue transmitido por la religiosa. Las tres peticiones fueron encargar que se pintara un cuadro con la imagen de la Divina Misericordia, establecer la fiesta de esta el primer domingo después de Pascua y fundar una nueva congregación religiosa.

Tras la muerte de Santa Faustina en 1938, el P. Miguel regresó a Lituania, coincidiendo con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación del país por la Alemania nazi. En aquel contexto, Sopocko entendió que era el momento de extender el mensaje de la Divina Misericordia, por lo que no desaprovechó ningún momento. Se dedicó a la atención de los judíos, perseguidos por el régimen y a quienes alimentaba y escondía aún a riesgo de su propia vida.

Del mismo modo actuó cuando, en 1941, la Unión Soviética expulsó al ejército alemán para imponer su propio sistema. Tras un tiempo organizando reuniones clandestinas con jóvenes y adolescentes, fue amenazado con la deportación a Siberia por las autoridades cuando fue descubierto. Por este motivo fue enviado a Polonia, donde impulsó la fundación de la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso y extendió la devoción de la Divina Misericordia.