Jesús y Zaqueo

El Evangelio de este domingo nos recuerda que Jesús se anticipas a nuestro deseo de salir a tu encuentro y acepta nuestra humilde hospitalid

Jesús y Zaqueo

José-Román Flecha Andrés

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“Señor, tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes; cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan”. El autor del libro de la Sabiduría incluye en esta hermosa oración una confesión del poder de Dios, que se manifiesta precisamente en su misericordia que infunde confianza al pecador (Sab 11,23).

Nadie es indiferente a los ojos de Dios. Él ama a todos los seres y no odia nada de lo que ha creado. En en las ocasiones en las que corrige a quien se ha desviado del camino recto, Dios le está manifestando su amor

Nosotros tratamos de meditar y proclamar esa fe en su bondad cuando repetimos con el salmo responsorial que “el Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad” (Sal 144,8).

Escribiendo a los fiees de la ciudad de Tesalónica, san Pablo indica que ni los recuerdos del pasado, ni el miedo a un futuro impensable podrán hacernos “perder la cabeza” (2 Tes 2,2).

Tres protagonistas

El evangelio según Lucas se refiere con frecuencia a los pobres, a las viudas y a los pecadores. Pero incluye también el encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc 19,1-10). Parece que se ha hecho rico, al ser jefe de los publicanos de Jericó, a los que el pueblo considera como pecadores. Pero Zaqueo evoca la imagen de tres protagonistas de la historia de la salvación.

• Zaqueo tiene el deseo de conocer a Jesús. Sale de su casa y para superar el inconveniente de su baja estatura, sube a una morera del camino. Si Dios buscó y encontró a Adán entre el follaje del paraíso, también Jesús descubre a Lázaro entre las ramas de un árbol.

• Zaqueo escucha asombrado que Jesús desea hospedarse en su casa. El que solamente deseaba “ver” a Jesús, está dispuesto a “acogerlo” con alegría. Si Zaqueo nos recuerda a Adán, también nos recuerda la hospitalidad de Abrahán que recibió a Dios en su tienda.

• Zaqueo ha aumentado las cuotas de los tributos para obtener un beneficio personal. Ahora, promete a Jesús que va a compartir sus bienes con los pobres. Y se aplica a sí mismo el castigo que David quería aplicar al malvado que robaba la oveja de su vecino.

La búsqueda y la salvación

Las palabras que Jesús pronuncia ante el gesto de Zaqueo son para los cristianos un verdadero evangelio de la misericordia:

• “Hoy ha sido la salvación de esta casa”. El evangelio de Lucas menciona a otro publicano que bajó justificado del templo (Lc 18,14). En ambos casos, se dice que la salvación alcanza al que se reconoce como pecador.

• “También este es hijo de Abrahán”. Algunos de los que se acercaban al Bautista presumían de ser hijos de Abrahán según la sangre (Lc 3,8). Jesús afirma que acogerle a él convierte a los que le escuchan en hijos de Abrahán.

• “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Jesús había dicho eso mismo, sentado a la mesa de otro publicano llamado Mateo o Leví (Lc 5,32). El mismo evangelio de Lucas dice que el hijo pródigo se había perdido pero fue encontrado.

Señor Jesús, sabemos y creemos que tú te anticipas a nuestro deseo de salir a tu encuentro. Acepta nuestra humilde hospitalidad, perdona nuestro pecado y ayúdanos a compartir nuestros bienes con los pobres y necesitados.

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