El "espíritu" y la "música" de los primeros cardenales del Papa Francisco ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El "espíritu" y la "música" de los primeros cardenales del Papa Francisco
El Papa Francisco anunció, tras el ángelus del domingo 12 de enero, los nombres de sus primeros cardenales. Como ya dijimos la pasada semana, el anuncio era inminente, una vez sabido desde octubre que habría consistorio de creación de nuevos cardenales el 22 de febrero. Se trata del nombramiento de diecinueve pastores, representativamente, de toda la Iglesia, tres de ellos mayores de 80 años. Es una elección medida, pensada, rezada, matizada y emblemática. Pero antes de analizarla, será bueno escuchar al mismo Santo Padre. Nos referimos a una carta personal que ha dirigido a los elegidos y publicada el lunes 13 de enero.
"El cardenalato ?dice la carta papal- no significa una promoción, ni un honor, ni una decoración. Es sencillamente un servicio que exige ampliar la mirada y ensanchar el corazón". Y esto solo se puede lograr "siguiendo la misma vía del Señor: el camino del abajamiento y de la humildad, tomando la forma del siervo. Por ello, te pido, por favor, que recibas esta designación con un corazón sencillo y humilde. Y aunque debas hacerlo con alegría y con gozo, hazlo también de modo que estos sentimientos se alejen de cualquier expresión de mundanidad, de cualquier festejo externo al espíritu evangélico de austeridad, sobriedad y pobreza".
El primer consistorio de Francisco lleva su sello, su marchamo, tanto en el "espíritu" como en la "letra". Y este consistorio quiere ser el de la renovación que tanto impulsa el Santo Padre: la renovación del corazón, de las actitudes, de los modos y de los sentimientos.
"Espíritu" ?decimos- y también "letra"? Nos explicaremos mejor. Francisco no ha ampliado el colegio cardenalicio más allá de 120 cardenales menores de 80 años. Francisco concederá la púrpura a los altos curiales "imprescindibles" (el secretario de Estado, el secretario general del Sínodo de los Obispos y los dos prefectos de Congregaciones todavía no cardenales). Francisco, que no quiere una Iglesia "europocéntrica", ha designado solo dos cardenales con sede episcopal en el viejo continente (Westminster y Perugia) y no ha respondido a mecanismos o automatismos de los que podemos entender por "sedes cardenalicias", sin que ello signifique que algunas de estas sedes hayan de perder para siempre esta supuesta ?jamás escrita- condición.
¿Más "letra" y más "espíritu"? Francisco ha mirado a América Latina, donde se concentra tan importante proporción de católicos y ha elegido a cinco pastores de esta zona geográfica para recibir la birreta: Santiago de Chile, Buenos Aires, Managua y dos obispos del tantas veces olvidado y precario Caribe (un arzobispo emérito de las Antillas Francesas y, significativamente y en el mismo día del cuarto aniversario del terrible terremoto que asoló Haití, a un joven obispo haitiano). Francisco ha recordado Asia y, tras el tifón Haiyan, ha recalado en Filipinas y dentro del archipiélago ha elegido a un arzobispo de Mindanao, tierra, además, de gran mayoría musulmana. Con la elección de los arzobispos de Abidjan (Costa de Marfil) y de Ouagadougou (Burkina Faso) ha vuelto a subrayar el papel emergente de la Iglesia en África y su cercanía hacia los pobres y necesitados.
Y para ulterior confirmación del "espíritu" y la "letra" que ha impreso Francisco a sus primeros nombramientos cardenalicios, dos nombres más, significativos donde los haya. Son los de los arzobispos ya jubilados Loris Francesco Capovilla (1915) y Fernando Sebastián Aguilar. El primero es el custodio de la memoria de Juan XXIII, el Papa del cambio, el Papa del Concilio Vaticano II. El segundo, Fernando Sebastián (1929), es bien conocido y querido por parte de la Iglesia católica en España. Su nombramiento es magnífico. Nos alegra y honra y alegra y honra a nuestra Iglesia. Sus servicios prestados, desde al menos 1970 y todavía después de su jubilación en 2007, han sido y siguen extraordinarios. Es una figura eclesial clave, todo un referente. ¡Muchas felicidades, querido don Fernando!
Con todo ello, se potencia la identidad y misión de los cardenales desde claves evangélicas y evangelizadoras, se desplaza el epicentro, se busca la recuperación de figuras del pasado reciente, se pretende mayor comunión e inclusión, se "centra" la Iglesia y se subrayan las periferias y los pobres. Es una elección, la del Papa, muy medida, equilibrada, acertada, con renovación pero sin rupturas, llena de atisbos, de pistas y de sugerencias de la dirección por la que él camina y por la quiere que se camine.