El Evangelio de la vida en la Laudato, Si, por Fidel García Martínez

El Evangelio de la vida en la Laudato, Si, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Evangelio de la vida en la Laudato, Si, por Fidel García Martínez

Este capítulo es fundamental por cuanto da sentido pleno a la Encíclica. Es necesario tenerlo muy en cuenta para una interpretación correcta y no sesgada o errónea. El Papa busca los fundamentos últimos y verdaderos de la causa de la destrucción del medio ambiente en la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento.

El Papa es plenamente consciente que esta interpretación bíblica de la Creación puede ser un obstáculo para los no creyente y que sólo tiene valor para los creyentes. Pero la Iglesia, afirma el Papa, dialoga con todos y no ve ninguna oposición real y seria entre la Ciencia y la Fe. El libro del Génesis, contiene profundas enseñanzas expuestas de forma narrativa y simbólica. Según éstas, el hombre tiene tres relaciones fundamentales estrechamente unidas: relaciones con Dios, con el prójimo y con la Tierra. Estas relaciones vitales han sido rotas, externa e internamente.

Esta ruptura la provoca el pecado. La armonía entre el Creador, la Humanidad y todo lo creado ha sido destruida, aunque no en su totalidad, por haber pretendido el hombre ocupar el lugar de Dios, negándose a reconocerse como criatura. Esta sigue siendo hoy la gran tentación del antropocentrismo de la postmodernidad basada en la Tecnocracia como poder sin límites, ni normas. Este pecado ha pervertido también el mandato de "dominar la tierra" convirtiendo el señorío en explotación irracional, así como los deberes de "labrarla" y "cuidarla."

Esta visión bíblica de la Creación tiene su momento culminante en Jesucristo, que está presente desde el origen en todas los seres, porque como dice el Evangelio de San Juan:" Todo fue creado por él y para él". El Nuevo Testamento no sólo habla del Jesús Terreno y de sus relaciones tan concretas y amables con todo las criaturas, desde los lirios del campo, hasta el dominio del mar. También lo presenta como resucitado y glorioso, presente en toda la creación, con señorío universal: "Dios Padre quiso en él (Hijo), reconciliar consigo tolo lo que existe en la Tierra y en el Cielo, restableciendo la paz con la sangra de su Cruz."

Fidel García Martínez