Los pequeños pasos para la paz y servir al bienestar de los ciudadanos ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los pequeños pasos para la paz y servir al bienestar de los ciudadanos ? editorial Ecclesia
Sin duda alguna, que la principal noticia de esta semana ?y una de las noticias del año que concluye- ha sido la que se produjo el 17 de diciembre. Quizás por casualidad o más bien no por casualidad sino como reconocimiento al tan destacado papel jugado por el Papa, la comunicación a la que nos referimos quiso hacerse el mismo día del 78 cumpleaños de Francisco. Como es obvio, estamos hablando del anuncio de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos de América y Cuba. Un acontecimiento histórico, tras más de medio siglo de ruptura de relaciones y, en suma, de enemistad y tensión.
"La Santa Sede ?informó esa misma tarde del 17 de diciembre la Secretaría de Estado Vaticana- continuará apoyando las iniciativas que las dos naciones emprenderán para acrecentar sus relaciones bilaterales y favorecer el bienestar de sus respectivos ciudadanos". Y esta es la clave de la mediación vaticana en la resolución o comienzo de resolución de una situación que perdura desde hace demasiado tiempo y que ha llenado y llena de dolor y de pobreza a los cubanos y ha engendrado y engendra rencores y malestares en la disidencia y exiliados del régimen castrista.
Por supuesto, que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos de América y Cuba no va a solucionar todos los problemas. Queda pendiente la cancelación del embargo o bloqueo comercial, económico y financiero norteamericano hacia Cuba. Es la llamada Ley Helms-Burton Act., aprobada por el Congreso en 1996 y cuyo levantamiento solo podría ser aprobado de nuevo por el Congreso, que ahora cuenta con mayoría del Partido Republicano. ¡Claro que queda, pues, camino para la plena normalización en las relaciones entre ambos países! Pero lo anunciado el 17 de diciembre son "pequeños pasos para la paz", como los definió el Papa Francisco al día siguiente al recibir las cartas credenciales de embajadores de distintos países del mundo. Pequeños y significativos pasos que "terminan siempre por hacer la paz, acercar los corazones de los pueblos, sembrar fraternidad entre los pueblos".
Y en medio de todo esto, ¿cuál ha de ser la misión de la Iglesia? ¿Por qué la Iglesia ha de intervenir y mediar? En primer lugar, porque para la Iglesia nada humano le es ajeno, y siente, en este caso concreto, como propio el sufrimiento de décadas del pueblo cubano. La misión de la Iglesia es la evangelización, sí, y para el Evangelio, la paz, la concordia, la reconciliación, la justicia y el desarrollo integral de las personas son aspiraciones irrenunciables, intrínsecamente unidas al plan de salvación de Jesucristo.
En tercer lugar, la diplomacia vaticana está considerada como unas de principales y más efectivas de todo el mundo. Ahora se ha vuelto a demostrar. En los anales de la historia, encontramos numerosas intervenciones y mediaciones de la Santa Sede y de los Romanos Pontífices en pro de la paz. Citaremos, tan solo, algunas bien significativas. La primera fue en 1885 cuando España, Alemania y Reino Unido pidieron al Papa León XIII su mediación en la disputa sobre la posesión de las Islas Carolinas, en el Pacífico. Y los buenos oficios papales ?León XIII (Gioacchino Pecci) había sido diplomático- logró la paz. Quince años después, el zar de Rusia y la reina de los Países Bajos acudieron, de nuevo, a León XIII y también se logró el efecto deseado de paz.
En otoño de 1962, Juan XXIII intervino para apaciguar la llamada crisis de los misiles, también en Cuba. Y mucho más cercana en el tiempo fue la intervención, en 1984, del Papa Juan Pablo II en la resolución del conflicto del canal Beagle, que a punto estuvo de costar una guerra entre Argentina y Chile. ¡Y cómo no recordar la influencia tan decisiva de Juan Pablo II para la caída del Muro de Berlín, en 1989, y el consiguiente desmoronamiento de los regímenes comunistas que asolaban a Europa Oriental!
Teniendo en cuenta todo esto, además, ahora se entiende todavía mucho mejor el profético viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998 y el realizado en 2012 por Benedicto XVI.
La Iglesia no hace política, ni entra en banderías. La Iglesia busca servir a la humanidad, sembrar paz y concordia y ayudar a los necesitados. Y a esto ha obedecido ahora la mediación de Francisco, quien se puso manos a la obra recién elegido Papa.