La oración de los cristianos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La oración de los cristianos
San Lucas escribe en su Evangelio: Cuando Jesús de Nazaret terminó de orar en cierto lugar, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. El les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino. Danos cada día el pan necesario nuestro, y perdónanos nuestros pecados, pues nosotros perdonamos a todo el que nos debe y no nos dejes caer en tentación (Lc. 11, 1-4).
Jesús de Nazaret sintió siempre ser el Hijo de Dios Padre con el que estaba en oración constante. La San Lucas recoge su oración predilecta que él elevaba al Abba, que, en arameo, significa Padre o Papá, y que da y recomienda a sus discípulos. En ella se encuentran cinco peticiones: Primera.- Padre, santificado sea tu nombre. Segunda.- Venga tu reino. Tercera.-Danos cada día el pan nuestro necesario, Cuarta.- Perdónanos nuestros pecados, pues nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Quinta.- No nos dejes caer en tentación.
San Lucas no señala el lugar donde Jesús de Nazaret estableció la dicha oración, pero, según una tradición antigua que data del siglo XII, se halla en la vertiente occidental del Monte de los Olivos. Concretamente, en el sitio que ocupa el convento fundado por la princesa francesa de Tour d'Aubergne, en el siglo IXX, y habitado, hoy día, por las religiosas carmelitas francesas. En las paredes de sus claustros, divididas en paneles, se halla escrito el Padre Nuestro en numerosísimas lenguas, entre ellas, en castellano y gallego.
Por su parte, san Mateo cita en su Evangelio las siguientes palabras que Jesús de Nazaret dirige a sus discípulos y a la gente que le escuchaba: Cuando oréis no seáis como los hipócritas a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los hombres los vean, en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando te dispongas a orar, entra en su casa, cierra la puerta y ora al Padre que está en lo escondido, y tu Padre que ve todo lo escondido, te premiará. Cuando oréis, no repitáis palabras inútiles como hacen los paganos, pues se figuran que por muchas palabras serán escuchados. No los imitéis, pues nuestro Padre sabe las necesidades que tenéis, antes de pedírselas.
Vosotros, pues, cuando oréis, decid: Padre nuestro, que está en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy y perdona nuestras deudas (pecados) como nosotros perdonamos a nuestros deudores (a quienes nos han ofendido) y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal (Mt. 6, 5-13)
Dicha oración contiene siete peticiones: Primera.- Santificado sea tu nombre. Segunda.- Venga a nosotros tu reino. Tercera.- Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Cuarta.- El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. Quinta.- Perdona nuestras deudas (pecados) como nosotros perdonamos a nuestros deudores (a quienes nos han ofendido).Sexta.- No nos dejes caer en la tentación. Séptima.- Más líbranos del mal. San Agustín enseña que las tres primeras peticiones son para la gloria de Dios Padre y las otras cuatro por las necesidades del hombre. La Iglesia ortodoxa griega establece seis peticiones.
Dicha oración, llamada el Padre Nuestro y del Señor Jesús, se encuentra dentro del célebre Sermón de la Montaña, considerado como el gran mitin religioso de la historia, dónde Jesús de Nazaret expone su doctrina del reino de Dios y fustiga a los escribas y fariseos, que oran en las sinagogas y en las plazas de los pueblos para ser vistos por los hombres, y critica a los paganos que oran con palabras inútiles y con mucha palabrería. Según una antigua tradición, dicho discurso fue pronunciado en la montaña norte próxima al lago de Galilea y a la ciudad de Cafarnaún.
Jesús de Nazaret nos manda, pues, que cuando oremos a Dios, Nuestro Padre, hemos de entrar en nuestra casa y cerrada la puerta y sin palabrerías decir y recitar dicha oración del Padre Nuestro, porque Dios que ve todo lo escondido, nos premiará, ya que conoce y sabe de nuestras necesidades. Esta es oración cristiana por excelencia que debemos elevar siempre a Dios, Nuestro Padre, aunque no excluye que le elevemos filialmente otras oraciones que nazcan de nuestros corazones y sentimientos.
José Barros Guede
A Coruña, 4 de febrero del 2015