Reflexiones y urgencias tras las elecciones en España del 24 de mayo ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Reflexiones y urgencias tras las elecciones en España del 24 de mayo ? editorial Ecclesia
Con un 65%, aproximadamente, de participación ciudadana España vivió, el 24 de mayo de 2015, una histórica jornada electoral con la renovación de sus más de ocho mil ayuntamientos y de once de sus comunidades autónomas, más las ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla. Los dos grandes partidos (PP y PSOE), que desde 1977 se han ido alternando en el poder, han sufrido un severo retroceso en apoyo electoral ante el empuje de los partidos emergentes como Podemos y Ciudadanos.
El PP logra mantenerse, teóricamente, como primera fuerza, pero se ha dejado cerca de dos millones y medio de votos respecto a 2011. Los socialistas, por su parte, mantienen la segunda posición, pero pierden 775.000 votos en relación a las anteriores municipales y autonómicas. Apenas hay municipio significativo donde el vencedor de los comicios haya logrado mayoría absoluta, situación, en esta ocasión, inédita en las autonomías. Y aunque el PP ha ganado en la mayoría de ayuntamientos y regiones, el que esta formación pueda seguir gobernando en ellas depende de los pactos, en muchos casos más que inciertos y sumamente complejos. Y negar el giro a la izquierda en España sería una ceguera, una irresponsabilidad.
¿Qué es lo que ha pasado?, ¿cuál es su significado? Es evidente que el resultado de estos comicios del 24-M tienen como raíces la crisis económica que desde hace años golpea a España y las políticas de recortes empleadas por el PP para combatirla. No cabe duda tampoco de que los nauseabundos casos de corrupción han pasado también factura, aun cuando el más castigado al respecto haya sido el PP y no tanto el PSOE. Frente a todo ello, un importante porcentaje de ciudadanos ha expresado su confianza -un quinto aproximado del total del cuerpo electoral- en las dos citadas nuevas fuerzas políticas, arramblando asimismo contra otras dos como IU y UPyD. La fragmentación y la dispersión se amalgaman igualmente en otras comunidades autónomas y sus correspondientes municipios, como en Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Navarra.
¿Cuáles son las perspectivas y horizontes que se dibujan de cara al futuro inmediato para España? No hay duda: la política y las políticas de los pactos y la regeneración democrática. Y ambas realidades, en sí mismas, son no solo necesarias aritméticamente, sino también, en principio, buenas. Sin embargo, ambas realidades se contaminarían si se llevaran a cabo desde claves de exclusión y de cerco frente al partido o los partidos que, aunque sin mayoría absoluta o, al menos, cualificada, han ganado las elecciones. Asimismo el futuro inmediato de España no se construirá con visos reales de un futuro mejor para todos abandonando, demagógica, irenística e irresponsablemente, la verdadera lucha contra la crisis económica y del conjunto de causas que la han originado.
Tampoco habrá futuro viable y sólido negando la crisis, negando la realidad de su actual, aunque lenta y hasta imperceptible recuperación, ni olvidando el sufrimiento que esta ha generado y sigue generando en muchos millones de españoles. Todos los partidos políticos han de dar prioridad, pues, a la recuperación efectiva y solidaria del bienestar de los ciudadanos, la igualdad de oportunidades, la lucha contra la pobreza y la exclusión social y las políticas laborales que ofrezcan un trabajo decente, estable y digno y contribuyan al descenso de la vigente e inaceptable tasa de paro. Asimismo, las nuevas generaciones, los españoles jóvenes han de reencontrar la seguridad perdida en su futuro laboral y, en la medida de lo posible y de la libre opción de las personas, dentro de su misma nación. Y todo ello no se consigue solo con palabras, eslóganes o campañas mediáticas y virales.
Valores tan esenciales como el derecho a la vida humana, de toda vida humana, desde su inicio hasta su ocaso natural, han estado, lamentablemente, ausentes tanto de la campaña electoral previa como de su plasmación en las urnas. Pues ahora y siempre habrá que seguir recordando alto y claro que una sociedad que ningunea, que olvida a estos seres humanos más débiles y frágiles, corre también el riesgo de la deshumanización y se convierte en una sociedad injusta, en la que se vulnera el principal y más sagrado de los derechos humanos ?el de la vida- y en la que peligra la pervivencia auténtica del verdadero humanismo, que es el único motor del auténtico, justo y solidario progreso.