Sexo, enamoramiento y amor

Sexo, enamoramiento y amor

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Sexo, enamoramiento y amor

Hay personas que confunden o manipulan los términos sexo, enamoramiento y amor siendo conceptos y realidades distintas. El sexo es un instinto de reproducción que existe en el hombre y en la mujer para compartir y generar la vida humana, basado en sus diferencias orgánicas y sicológicas. Las religiones primitivas lo consideraban como el misterio supremo cósmico y fuente de vida y riqueza. El cristianismo lo dignificó y lo sacralizó por medio del matrimonio monogámico y el romanticismo lo exaltó como algo sagrado y religioso.

El enamoramiento es el encanto que una mujer produce en el hombre y él del hombre que causa a una mujer ocupando casi todo el campo de sus conciencias, de tal modo, que impide ver la realidad de las personas y de las cosas y se convierte, en ciertos casos, en una obsesión o en una manía personal.

El amor es la donación y entrega personal del hombre a la mujer y de la mujer al hombre procurándole el bien y evitándole el mal. El amor no tiene celos, porque confía, respeta, comprende y produce gozo, alegría, paz y comunicación de bienes espirituales y materiales entre las personas. Su ausencia genera envidia, discordia, contienda, riña y celos y ruptura de la convivencia matrimonial.

El hombre y la mujer son iguales como especie, pero diferentes, como género o sexo. El ser del hombre es saber y hacer, mientras que el ser de la mujer es estar y sentir. Para el hombre, el mundo es trabajo y transformación, para la mujer es cuidado y servicio. Mientras el hombre es cabeza que quiere comprender y explicar la vida, la mujer es corazón que vive la vida. Todo cuanto la mujer conoce lo trasforma en sentimientos y emociones y reduce lo abstracto a concreto. Lo que le interesa al hombre es algo, mientras que lo que le interesa a la mujer es alguien.

Generalmente los hombres y las mujeres se unen en matrimonio o en pareja por estar enamorados, pero el enamoramiento no garantiza la convivencia matrimonial de los cónyuges, por lo que están expuestos a fracasos conyugales, separaciones, divorcios y nulidades por razones de infidelidad, egoísmo e intereses familiares, económicos y culturales. El estado de enamorados puede ser el paso para encontrar el amor, pero solo el amor conyugal y familiar garantiza el éxito matrimonial y la felicidad de los padres e hijos.

José Barros Guede.

A Coruña, 24 septiembre del 2014