The Kid de Charles Chaplin: Poesía y realismo en el cine

La famosa película de Charles Chaplin cumple cien años y Antonio R. Rubio Plo analiza su historia

The Kid de Charles Chaplin: Poesía y realismo en el cine

Antonio R. Rubio Plo

Publicado el - Actualizado

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Se cumplen cien años del estreno de The Kid de Charles Chaplin, una joya del cine clásico de apenas sesenta y ocho minutos de duración. Es una película para ver de nuevo y deleitarse con ella, con su humor y su emotividad. “Una película con una sonrisa y quizás con una lágrima” leemos en los títulos de crédito iniciales. En apariencia, es una trama convencional, de niño abandonado al nacer, padre irresponsable y madre arrepentida, aunque con el final feliz de lo que durante siglos ha sido la literatura por entregas.

Pese a que el cine tiene más de un siglo de existencia, el culto desmesurado a la novedad por la novedad, aunque realmente no lo sea, y la fascinación acrítica por las nuevas tecnologías lleva a muchos a denostar el cine clásico. Reconocerán la importancia de un libro o de una pintura y aceptarán que se celebren sus centenarios y otros aniversarios, pero no tendrán la misma actitud hacia unos rollos de película en blanco y negro.

Para ver el cine, y en concreto el cine de Chaplin, hay que tener un alma de niño y no perder la capacidad de asombro de la infancia. The Kid es una obra dirigida por alguien que fue un niño de infancia difícil, que se quedó muy pronto sin sus padres y anduvo errante por las calles de Londres, en los años finales del siglo XIX, en busca de comida. Todavía hoy se puede ver algún espectáculo callejero con imitadores del vagabundo de mirada triste y compasiva en el recinto del viejo mercado del Covent Garden. Chaplin consiguió transmitir al público que la vida es una sucesión de alegrías y sinsabores, de rutinas que encierran, sin embargo, una inusitada grandeza. De hecho, cuando se estrenó la película, el cineasta había pasado por la amarga experiencia de perder a su hijo, Norman, a los tres días de nacer.

Chaplin era de origen judío, aunque fue educado en el anglicanismo. Pese a considerarse como agnóstico, en algunos de sus filmes se percibe la huella de una cultura cristiana. De hecho, una de las escenas de The Kid que más me llama la atención, aparece a los pocos minutos del inicio. Un tanto nebulosa, pero muy expresiva: Cristo camina solo bajo el peso de la cruz, sin Cirineo que le ayude. Surge esta imagen tras presentar a una joven madre, interpretada por Edna Purviance, que es despedida con gesto severo por una auxiliar de un establecimiento de beneficencia. La mujer camina con su niño recién nacido en brazos y su desesperación la lleva a abandonar a su hijo en el asiento trasero de un automóvil lujoso aparcado en la puerta de un hotel, al lado de una nota en la que pide que cuiden y traten con amor a ese niño huérfano. El padre es un joven pintor que no ha querido comprometerse, y la propia mujer tiene una posición acomodada que le permitirá ser una estrella de éxito. Un hijo puede ser un estorbo en una prometedora carrera profesional, entonces y ahora, en una sociedad que ha convertido la palabra loser en un mensaje universal.

Será precisamente un loser, el vagabundo encarnado por Chaplin, el que demostrará tener mayor humanidad en esta historia. No podría calificarse la suya de una “vida ejemplar”: no tiene oficio conocido, vive en un cuchitril y se gana la vida con la astucia del pícaro, pero su corazón no ha quedado insensibilizado. El vagabundo terminará recogiendo al niño al que encuentra casualmente, si bien al principio ha intentado deshacerse de él. Intenta endosar a la criatura a una mujer y a otro vagabundo, y eso solo le provoca problemas con un policía. El humor grotesco de las imágenes pone de relieve que el rechazo de los niños no solo es una cuestión de egoísmo de los ricos, sino que provoca también la incomodidad de los pobres, agobiados por las circunstancias de la vida, apegados a su tiempo y a cualquier satisfacción que les alivie de la carga insoportable de la existencia.

Definir The Kid, y otras muchas películas, en función de su argumento siempre será insuficiente y poco esclarecedor. El cine es una rica sucesión de imágenes y de detalles, un microcosmos que no se agota con el visionado de un filme o la lectura de un texto. Entre otros, me quedo con este detalle. La madre del niño reparte dinero y juguetes entre mujeres y niños del barrio donde vive el vagabundo. Vemos un título de crédito muy expresivo: “La caridad para algunos es un deber, para otros es una alegría”. De nuevo, un trasfondo cristiano, con una crítica de la caridad “oficializada”, y que recuerda un dicho de Jesús, no conservado en los evangelios: “hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Precisamente esa caridad “oficializada”, simbolizada en el orfanato del condado, intentará separar al vagabundo del niño, que ya ha cumplido cinco años, pero ambos se defenderán con todas sus energías y saldrán victoriosos. De la expresividad y viveza de las imágenes, en las que se resaltan los vínculos entre el niño y el vagabundo, fue responsable aquel joven actor, Jackie Coogan, convertido en el primer niño prodigio de Hollywood.

¿Qué es The Kid? Realismo y poesía al mismo tiempo, humor y ternura, y todo ello realzado por la música de Charles Chaplin. Romanticismo entre lo dramático y lo sereno, variaciones sobre una sinfonía de Tchaikovski, un vals que podría ser a la vez vienés y parisino… Una elocuente armonía entre imágenes, la música y la vida.

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