"Tened encendidas las lámparas"

Evangelio según san Lucas (12, 35-38) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Escucha el Evangelio de este martes, 24 de octubre

Redacción Religión

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan,a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12.15b.17-19.20b-21

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...Si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razófl la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos. Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo. En resumen, lo mismo que por un solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia resultó justificación y vida para todos. Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, lo mismo que reinó el pecado a través de la muerte, así también reinara la gracia por la justicia para la vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.

Salmo de hoy

Sal 39,7-8a.8b-9.10.17 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;

entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«—Como está escrito en mi libro—

para hacer tu voluntad.

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas». R/.

He proclamado tu justicia

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios,

Señor, tú lo sabes. R/.

Alégrense y gocen contigo

todos los que te buscan;

digan siempre: «Grande es el Señor»,

los que desean tu salvación. R/.

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