Contemplativos y combativos ? Virgen del Carmen 2015
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Contemplativos y combativos ? Virgen del Carmen 2015
En el ecuador de este mes de julio, con los remos de nuestra fe y de nuestra esperanza siempre en Dios, arribamos a una de las fiestas más populares con color mariano: la Virgen del Carmen. Devoción que, como bomba racimo pero de gracias singulares, se ha extendido desde hace siglos por Europa y América. Es difícil no encontrar, en cualquier rincón de nuestra geografía, algo que no nos hable de Ella: una ermita, una cofradía, un himno, una procesión, una embarcación, un puerto o esta misma expresión eucarística que estamos teniendo en esta jornada.
1.Desde el siglo XIII, de mano de Simón de Stock (con la entrega de su hábito carmelitano y del escapulario) esta fiesta es signo de protección de María en las horas de la vida (hay que vivir con su brisa) y también en los momentos de la muerte (quien a Ella se confía no cierra los ojos a este mundo desamparado). ¿Se puede esperar más?
Hoy, los pescadores, están de enhorabuena y no menos la Marina Española. Hoy, los hombres y mujeres del mar, le rezan y la ven como ESTRELLA DEL MAR. Y porque, todos en el fondo somos pescadores (algo estamos llamados a pescar en nombre de Dios) y también hombres y mujeres del mar (porque esta tierra es un mar en calma y bravío a la vez) la vemos como faro que nos lleva a buen puerto; como mano que calma muchas tormentas; como luz que se enciende en oscuridades inciertas. Eso, y mucho más, es la Virgen del Carmen. Pero, sobre todo, es el soplo que empuja al gran puerto que es Jesús.
2.Siempre que miramos a una imagen, y especialmente a una iconografía tan dinámica como la del Carmen, nos sorprende que María es un modelo a seguir y, por qué no, una referencia para ser discípulos en el hoy y en el ahora. Aquello que descendió en dulces palabras desde la cruz (en una de las últimas siete palabras de Jesús) "Ahí tienes a tu Madre" (Jn 19,26) es por algo y para algo.
-Es porque, cuando la fe ya no brilla, Ella lo hace con luz propia. Y es para que Ella, en este mundo tan mediocre y dónde solo alumbra la zafiedad y la tibieza, nos ayude a no bajar a la guardia en nuestra vida cristiana.
-La piedad a María no puede ser sólo contemplativa (ver, celebrar, cantar, piropear, ensalzar) ha de ser, más que nunca en estos tiempos de dificultades para el cristianismo, combativa (ayúdanos a?.protégenos para?..empújanos y?..).
– El mundo vacío y sin rumbo (como la barca en plena tormenta en alta mar) no se va arreglar soltando el timón o con horas de lamentaciones. Habrá que mirar hacia el cielo, por supuesto, pero también preguntarnos si la dirección que estamos llevando, los esfuerzos que estamos realizando por el reino de Dios son sinceros, acertados o al aire, con fuerza o débiles, con falsedad o rodeados de una gran convicción: Dios avanza con nosotros.
-La Virgen del Carmen, en estos instantes con claves re-evangelizadoras, nos puede ayudar a pensar sobre las líneas maestras para presentar el Evangelio a nuestra sociedad. Unas líneas que no son otras que aquellas que, María (y el Papa Francisco también) nos reclaman:
-Sencillez para que el Evangelio sea inteligible
-Misericordia, para que más allá de las normas se vea el corazón que todos llevamos dentro
-El compromiso, para que nada ni nadie obstaculice una militancia activa de nuestro ser Iglesia
3.La Virgen, hoy con este apellido del Carmelo, así nos lo indica. Ante la confusión reinante, y con Ella, hemos de ponernos en camino. Un camino que nos llevará a contradicciones, burlas, rechazos y también adhesiones. ¿Acaso el sendero de María fue sendero de rosas? ¿No será que nosotros hemos tallado una imagen de la Virgen dulce cuando vivió también horas amargas? ¿Bella y estéticamente atrayente cuando lo que encandiló a Dios fue su sencillez? ¿Coronada cuando tan sólo recibió la corona de la gloria en el cielo? ¿O grande, cuando, Dios, se fijó en Ella por su pequeñez
Hoy, festividad de nuestra Señora del Carmen, recibimos una invitación especial a volver nuestra mirada hacia ella que es para nosotros modelo de creyente, la primera y mejor discípula del Señor, para aprender de ella y con ella cómo debe ser nuestra vida cristiana. En la vida de María resplandecen con un brillo especial dos grandes amores: el amor a Dios y el amor a los hermanos.
Que Ella, cuando estamos a punto de iniciar el Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, nos ayude a que esos dos platos (Dios y hombre) estén equilibrados en nuestra propia vida. No hay amor sin límites, sin farsa y auténtico si previamente no descubrimos, como María, que el inmenso amor de Dios es un hontanar de vida, fe y esperanza. ¡Viva la Virgen del Carmen!
Javier Leoz