Madrid - Publicado el
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El Amor es la mejor forma de comunicar a Dios que nos salva. Ese amor tiene la vertiente hacia Dios y hacia el prójimo tal y como se recuerda en el Evangelio de hoy. Y en este Domingo XXXI del Tiempo Ordinario, celebramos a un hombre sencillo para amar y alegre por vivir la caridad: San Martín de Porres. Nace en Perú en 1579.
Su padre es un español, de Burgos, que ha marchado con las expediciones hacia el Nuevo Mundo. Allí casa con la mulata panameña Ana Vázquez. De este matrimonio nacen Martín y otra hija. El padre está tan ocupado en los intereses estatales que deja la educación del hijo en manos de la madre. Durante un tiempo Martín se irá con él hasta que vuelve a la capital peruana.
En este lugar encuentra un puesto para trabajar que es el oficio de barbero y sacamuelas. Su Fe manifestada en el amor al Señor y a la Virgen le hacen desprender en la barbería un aroma de humildad y de alegría. Una de las anécdotas cuenta cómo un hombre que maldecía todo por una muela que le dolía se acercó y el Santo le quitó la muela sin dolor.
Al preguntarle el maestro barbero cómo lo hacía, él contestó que Dios le enseñaba a llegar en amor donde otros no llegan. Por la barbería pasan también Dominicos del Convento peruano del Rosario.
Él siente la llamada a entrar en el Convento. Una vez dentro encuentra su labor en despensero y hospedero.
Sobre todo barriendo con la escoba es como encuentra ese acercamiento al Cielo según esa tarea. De ahí le llamará Fray Escoba. Desde ese momento el Convento se convirtió en un lugar de profundidad espiritual y alegría. Su experiencia de Dios le hace tener el don de la bilocación, estando presente en dos sitios a la vez. San Martín de Porres muere muere en 1639. Es canonizado pro San Juan XXIII y en este proceso puso todo su empeño el Padre José Luis Gago.