Madrid - Publicado el
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Sólo desde Dios se puede descubrir el verdadero sentido de los Santos y su vida por encima de leyendas. Hoy celebramos a San Nicolás de Bari. Su figura ha suscitado gran devoción en la Iglesia. Oriundo de Licia, en Turquía, en el siglo III sus padres se encargaron de que tuviese una formación sólidamente cristiana ayudados por el Obispo de Pitara.
A la muerte de sus padres, vende toda la fortuna. Pero una parte la invierte especialmente para los pobres y necesitados. Esto lo hace para seguir el consejo evangélico de vender cuanto se posee para así poder tener un tesoro en el Cielo donde no hay polilla ni carcoma que los coman. Casualmente entonces oyó la noticia de un padre que iba a vender a sus hijas como esclavas, por su pobreza. Fue cuando Nicolás le entregó todas las monedas de oro de las que disponía, evitando que hiciera aquello. Por entonces intentó ir a Tierra Santa para profundizar en la Vida del Señor. Al volver surge una gran tempestad que le hacen ponerse en oración, calmándose la situación.
Los demás marineros se quedan admirados porque ya se daban por perdidos, pensando que iban a sucumbir ante la ira de los elementos climatológicos. Un día desemboca en Mira cuando el obispo había fallecido y le eligen a él. En su ministerio defiende a muchos inocentes condenados a muerte, o asegurar el respeto al Edicto de Milán, que defendía la libertad religiosa y de culto.
Entre sus muchos milagros se cuenta de un delincuente que hirió a unos niños y él oró por ellos logrando su curación. San Nicolás muere en el siglo IV y sus reliquias son trasladadas a la ciudad de Bari (Italia), en el siglo X para protegerlas de la invasión musulmana.