San Secundino, fiel hasta el martirio

El Cordero sin defecto ni mancha es la Marca que ha impactado en muchos de los servidores de la Fe. Hoy celebramos a San Secundino. Él lavó también sus mantos y vestiduras en la Sangre del Cordero. Nacido en Córdoba en la segunda mitad del siglo III, pronto abrazó la Fe. Sobre todo al darse cuenta de la caridad que reinaba entre los seguidores de Cristo, algo que no solamente se quedaba en ellos, porque también se extendía a los romanos.

Y es que los paganos al verles solían comentar admirados: “Mirad cómo se aman”. Todos estos factores hacen del Santo un entusiasta propagador del Reino de los Cielos, por su palabra y por su testimonio. Muchos paganos lleIncluso por un momento se pensó que Córdoba iba a ser un gran centro de difusión del cristianismo, algo que quedó mitigado cuando la persecución de Diocleciano asoló aquella zona.

Cuando surge el edicto de exterminio de los cristianos, los seguidores imperiales se mueven para aplicar con rigor la ley de castigo. Los lugartenientes que asignó, estaban tan convencidos como el César de que la nueva religión surgida en Judea y difundida por el Imperio era la causa de los problemas que Roma tenía. Al comenzar la purga, el prefecto sigue el método de obligar a apostatar a los guías y referentes espirituales.

Y es que así lograrán que los demás cedan también. Cuando apresan a San Secundino, intentan por todos los medios, a la vista de quienes le tienen por Santo que abjure públicamente del Señor Jesús. Pero todo intento será en vano. No sirven ni amenazas ni promesas de felicidad. Al no conseguirlo, le aplican multitud de tormentos. Terminan cortándole la cabeza a San Secundino, en el siglo IV.