Santa Juliana

Su vida transcurre en el siglo III en un clima de persecución a los cristianos

ctv-u72-julianajpg

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El Señor nos ha pedido que seamos sus testigos, es decir testigos de la Verdad como lo fue Juan Bautista. Hoy celebramos a Santa Juliana, que fue testigo hasta morir mártir. Su vida transcurre en el siglo III en un clima de persecución a los cristianos. Es hija de padre pagano, experto en Derecho, adorador de los dioses de Roma y perseguidor cruel de los cristianos según la normativa vigente.

La madre, por su parte es agnóstica y se siente indiferente a toda forma de religiosidad, sin entrar en la forma de ser de su hija. En este marco, ella se bautiza secretamente, haciendo un voto de consagración a Cristo, optando por no contraer matrimonio nunca para dedicarse a ser luz de la Buena Nueva del Evangelio. Casualmente, pronto comienza a fijarse en ella un joven senador de nombre Eluzo, incluso el padre de la joven, ya ha decidido dársela por esposa.

Juliana le pide un grave compromiso que requería una buena posición social para conseguirlo: Que sea Prefecto de la ciudad de Nicomedia. Así pensó ella que nadie se daría cuenta de su compromiso. Sin embargo, el poder del dinero llevó a aquel joven a gobernar la ciudad. Fue cuando ella le abrió su corazón confesando su Fe, por lo que el senador informó al padre y le puso al corriente de todo.

Éste, montando en cólera, obligó a su hija para que dejara sus creencias, lo cual fue en vano. Y es que Juliana dejó claro que no tendría inconveniente en ser la esposa del gobernador si su pretendido se convertía. En un gesto de falsa bondad, el padre manda a su hija a la cárcel, razonando equivocadamente que reflexionará y abandonará su aptitud para evitar problemas mayores. Pero Santa Juliana sale reforzada de la cárcel, entregando la vida por Cristo en el año 308.