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Así se mueve la generación Z

Así se mueve la generación Z

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

10 min lectura

El vehículo particular sigue siendo la primera opción, pero cada vez con menor ventaja.

Han nacido con internet, han crecido con móviles inteligentes e inician su adultez heredando la pesada mochila del cambio climático. Quizás esos sean los principales rasgos que comparte como grupo la generación Z, una etiqueta elegida para denominar a la cohorte poblacional que abarca, aproximadamente, a los nacidos entre 1996 y 2009. Jóvenes que hoy tienen entre 15 y 28 años. Sucesores de los milennial y antecesores de los Alfa, representan un cuarto de la población mundial, aunque, en países envejecidos como España, no lleguen al 15%.

La generación Z aglutina realidades geográficas y socioeconómicas muy diferentes, incluso dentro de un mismo país. Pero, ¿podemos hablar de características distintivas o novedosas en su forma de moverse? Si nos ceñimos a la última “Encuesta de Características Esenciales de la Población y Viviendas” realizada por el Instituto Nacional de Estadística en 2021 (actualizada en 2023), en lo referente al principal medio de transporte utilizado en el desplazamiento diario al lugar de trabajo/estudio, los menores de 30 años son los que menos utilizan el vehículo particular (45%, frente al 71,7% de los que están entre 30 y 49 años), siendo además los que más usan el transporte público (29%) o se desplazan andando (21,6%).

Una encuesta publicada en 2023 por la consultora McKinsey y que recogía los hábitos y preferencias de más de 4.000 personas de Francia, Alemania y Reino Unido, apuntaba a que sólo el 32% de los individuos de la generación Z apostaba por el vehículo privado como medio preferente para el futuro, por debajo del transporte público (43%) o la micromovilidad –VMPs, bicis y motos eléctricas...– (41%). Además, McKinsey destacaba que la multimodalidad está más extendida entre los más jóvenes, gracias a su mayor flexibilidad y sus habilidades digitales.

Si hacemos caso a estas encuestas, parece que algo está cambiando: “Esta generación se ha criado en un contexto de crisis, casi permanente, desde 2008. Sus individuos han naturalizado la precariedad y la volatilidad. Antes nuestra vida estaba marcada por la propiedad de una vivienda o de un vehículo, un trabajo fijo… Para ellos es mucho más difícil establecer vínculos sólidos. Algunas de las nuevas formas de movilidad nacen de ahí. El mercado ha hecho de la necesidad, una virtud. No tengo claro que a los Z les encante compartir coche, pero es lo que hay”, explica Mariano Urraco, profesor ayudante y doctor en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

EL CAMBIO ESTÁ EN LA CIUDAD

Sea como fuere, los números avalan cambios de tendencias entre los jóvenes, y no sólo en las encuestas. Según los datos de la DGT, si en 2003 el 75% de los permisos de conducción B que se expedían eran a jóvenes de 18 a 28 años, en 2023 ese porcentaje ha bajado hasta el 67%. La explicación a esto la dio en abril el director general de Tráfico, Pere Navarro, en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso: “En la España rural se sacan el permiso a los 18 años y en ciudad a partir de los 27, cuando les hace falta”. En efecto, la llamada nueva movilidad ha conquistado sobre todo a las ciudades, y en mucha menor medida, a las zonas rurales o menos pobladas.

Según Pablo Morante, responsable de Acción Climática del Consejo de la Juventud de España y miembro de la generación Z: “Los que vivimos en un entorno urbano ya no vemos el coche como una prioridad porque tenemos otras opciones. La tecnología facilita todo lo que tenga que ver con la multimodalidad y la movilidad compartida. Y cuando viajamos, estamos acostumbrados a hacerlo fácil y barato. Que te puedas coger un vuelo por 20 euros o un BlaBlaCar para irte a las fiestas a otra ciudad nos permite movernos pese a la precariedad laboral”.

A finales de enero de este año, el Foro Internacional del Transporte (ITF) publicó el informe 'Young on the move: Young People and Transport in the 21st Century' ('Juventud en movimiento: Jóvenes y transporte en el siglo XXI'). Algunas de sus conclusiones son esclarecedoras. En lo que se refiere a los países desarrollados, los desplazamientos del día a día se han ido reduciendo desde 2009, especialmente entre los jóvenes, a la vez que la digitalización se ha ido desarrollando.

MOVILIDAD ACTIVA

La generación Z, que pasa una media diaria de 4 horas y 15 minutos con el móvil –según el informe Digital Consumer By Generation, de la compañía Smartme Analytics– tiene cada vez más apps para moverse, pero también más opciones para ahorrarse desplazamientos en compras, envíos, comida a domicilio, etc. Pero esa no es la única explicación. Según el informe de ITF, en Estados Unidos, meca del automóvil, tanto la propiedad del vehículo como el número de expediciones de permisos de conducir se han reducido significativamente entre los jóvenes por razones financieras o de estilo de vida: encarecimiento de la vivienda y de la propiedad del vehículo, extensión de la vida de estudiante, retraso en la emancipación y la incorporación al mercado laboral, o el aumento de la población en las ciudades, con más alternativas de transporte.

A todo lo anterior, especialmente en muchos países europeos, se suma la adopción de políticas que han impulsado la movilidad activa y sostenible, como la puesta en marcha de zonas de bajas emisiones, la reorganización modal del espacio para el tráfico, la reducción de aparcamientos, las peatonalizaciones de los centros de las ciudades, las mejoras en el transporte público o el impulso de los servicios de micromovilidad. Hoy, en el conjunto de la UE, aunque el vehículo particular sigue siendo la opción mayoritaria en todas las franjas de edad, para los jóvenes (15–29 años) lo es ya con muy poca ventaja sobre caminar, mientras que la bicicleta y el transporte público no paran de crecer.

ALCOHOL Y DISTRACCIONES

Ni la nueva movilidad ni la antigua están exentas de los riesgos que conlleva el tráfico. Por eso, nos hemos preguntado si la generación Z está más o menos concienciada con la seguridad vial que sus predecesoras. Para Raúl Galán, profesor del ciclo de FP de Movilidad Segura y Sostenible en el IES Ciudad Escolar de Madrid, “la concienciación en este tema ha mejorado muchísimo. Ya hay cosas que no se cuestionan, como la velocidad inadecuada o el tema del alcohol, y hay más sensibilidad especial por los riesgos que conlleva conducir”.

Según el informe 'Edad y siniestralidad en carretera' (2019) de Ponle Freno y AXA, los conductores de menos de 22 años tienen una frecuencia de accidentes de tráfico del 29% y los jóvenes de entre 22 y 25 años, del 25%, frente al 14,2% de la media total. El estudio achaca la alta accidentalidad a la menor experiencia, que, eso sí, suele estar conectada con siniestros menos graves. Por otra parte, las cifras de mortalidad vial de jóvenes se han reducido drásticamente en las últimas dos décadas. Si en 2002 murieron 935 personas de entre 18 y 24 años en siniestros viales en España (549 de ellos, conductores), en 2022 los fallecidos fueron 167 (107 conductores), una reducción de la mortalidad del 82% en esa franja de edad, frente a un 67,5% de descenso en el total de edades. Aquí habría que tener en cuenta que los grupos de edad más jóvenes han perdido peso relativo en la pirámide de población.

Los números avalan que esta generación está más concienciada respecto a los riesgos del consumo de alcohol y otras drogas. Según los datos del último informe del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sobre hallazgos toxicológicos en víctimas mortales de accidentes de tráfico (2022), sólo el 9,1% de los conductores (de todo tipo de vehículos) que dieron positivo por alcohol correspondía a la franja de edad 18–24 años, siendo con mucho el porcentaje más bajo entre los adultos, frente a, por ejemplo, el 25,7% de la horquilla 25–34 años. En el caso de otras drogas, el número de positivos de los más jóvenes también está muy por debajo del de todas las franjas entre 25 a 54 años. Por su parte, el informe ‘Hábitos de los jóvenes al volante’, de Fundación Mutua Madrileña y AESLEME (Asociación por la prevención de accidentes de tráfico y atención a víctimas de accidente), dice que casi el 60% de los jóvenes afirma haber impedido que un amigo suyo cogiera el coche tras beber alcohol o consumir drogas.

Quizá el ‘punto de dolor’ de la generación Z en cuanto a seguridad vial sean las distracciones, generalmente provocadas por el uso de dispositivos electrónicos. Según el último informe mencionado, el 32,4% de los jóvenes admite haber utilizado aplicaciones de mensajería al volante y casi un 23% reconoce haber llamado o contestado una llamada mientras conducía. Además, el estudio de la Fundación Mapfre '¿Cómo duermen los jóvenes? Hábitos y prevalencia de trastornos del sueño en España' señala a la tecnología como factor directo de la falta de sueño entre los jóvenes y, de forma indirecta, de los accidentes por culpa de la somnolencia.

¿MOVERSE O CONTAMINAR?

Por último, ¿hasta qué punto influye el cambio climático en sus decisiones de movilidad? Según el barómetro del CIS de abril, el cambio climático es el principal problema en España sólo para el 0,4% de los encuestados entre 18 a 24 años. Y un 6% lo mencionaron como segundo o tercer problema. Sin embargo, es el grupo más preocupado, con diferencia, por ‘los problemas de índole económica’ (17,7%). En palabras del sociólogo Mariano Urraco: “Da la impresión de ser una generación preocupada por el medio ambiente, que lidera estos movimientos, pero en mi opinión es una preocupación secundaria. Si les das a elegir entre tener un coche que contamina o no tenerlo, la mayoría elegiría tenerlo”. Para Pablo Morente, del Consejo de la Juventud: “Es verdad que hay contradicción entre querer moverte a toda costa, con vuelos baratos, por ejemplo, y cuidar el medio ambiente. Pero también que nuestra generación es la primera que abandera la posibilidad de acabar con los vuelos cortos cuando hay alternativa por tren. Además, muchos luchamos para que la bicicleta sea una opción real y segura”.

Mientras en las ciudades se habla de sharing y micromovilidad, en las zonas rurales la dependencia del vehículo privado sigue siendo muy alta. Más incluso que hace dos décadas, ya que muchas líneas de autobús y ferroviarias han desaparecido. “El tema de la movilidad es la principal cuestión que nos suelen plantear los jóvenes rurales. Sobre todo, los que no tienen carné o vehículo, ya que las conexiones no se cumplen o se han limitado, aún más, después de la pandemia. Echamos en falta mejores conexiones ferroviarias con los pueblos, una opción más sostenible. El modelo ahora es el AVE, pero sólo llega a lugares concretos, y es muy caro”, afirma Pablo Morente, del Consejo de la Juventud. Para el sociólogo Mariano Urraco: “En el ámbito rural, la movilidad es la gran brecha. Y la barrera es el coche. Si posees uno, hay un horizonte de posibilidades laborales o relacionales mucho mayores”.

Para más información consulta la web de la DGT.

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