10 años de la JMJ de Madrid (III): "El encuentro con el Papa me marcó sin duda: hay un antes y un después"

Revive en TRECE las emociones del Vía Crucis en el eje Cibeles-Recoletos que cambió la vida de muchas personas como Alejandro, David o Laura y Jorge

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Casi 2 millones de jóvenes de todo el mundo se reunieron hace 10 años en Madrid para vivir la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) tuvo lugar en la ciudad de Madrid. Del 16 al 21 de agosto de 2011, capital de España vibró con el entusiasmo de la juventud y la presencia del Papa Benedicto XVI quien los llamó a permanecer “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” tema de las jornadas.

Uno de los lugares emblemáticos de la JMJ de Madrid fue El Escorial. El Papa Benedicto XVI tuvo un encuentro en ese lugar con algunos jóvenes profesores universitarios de todo el mundo y también con religiosas, la mayoría de clausura o semiclausura. Estos encuentros marcaron un antes y un después en la historia de la Iglesia.

La emoción de Alejandro hablando con el Papa Benedicto XVI

Alejandro Rodríguez de la Peña fue el encargado de pronunciar el saludo inicial en nombre de los jóvenes profesores universitarios en el encuentro: “Tuve la oportunidad de dirigirme al Santo Padre en nombre de los profesores universitarios de Madrid y viví uno de los momentos más especiales de mi vida”.

Alejandro confiesa a TRECE que “estaba muy nervioso, aunque evidentemente un profesor universitario tiene sus tablas porque nos ganamos la vida dando clase, pero nunca he estado tan nervioso antes de hablar en público porque no me he visto en otra igual”.

Alejandro, tras pronunciar su discurso, tuvo la posibilidad de hablar en privado con Benedicto XVI: “Recuerdo algo me llamo mucho la atención. De lejos el Papa tenía una mirada no especialmente cálida, pero reconozco que, de cerca, me impresionó la mirada dulce y las palabras cariñosas; me preguntó a qué me dedicaba y reconozco que eso me emocionó y me dejó tocado”. “Yo en mi juventud estaba alejado de la Iglesia y mi conversión está marcada por el papado de San Juan Pablo II, pero yo, como profesor, ya admiraba el card. Ratzinger y tuve la enorme gracia que me toco estar con él”.

En su discurso a los profesores, el Papa Benedicto XVI animó “a no perder nunca la sensibilidad e ilusión por la verdad; a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos sino la formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer; sed para ellos estímulo y fortaleza”.

Para Alejandro “el encuentro con el Papa me marcó sin duda: hay un antes y un después a nivel personal. Muy llamativo el mensaje que a las religiosas consagradas las reunió con los profesores, la vida contemplativa junto a la vida de la sabiduría, ese es otro mensaje clave de la JMJ”.

El Vía Crucis que hizo reencontrar a Laura y Jorge

Otro de los actos principales de la JMJ que se celebró en Madrid hace 10 años fue el Vía Crucis. Tuvo lugar en el eje Cibeles-Recoletos y llegaron de toda España 14 pasos procesionales. Unos pasos que marcaron a los miles de jóvenes que presenciaron estos momentos.

Laura Serra y Jorge Romero son dos jóvenes que participaron en el Vía Crucis: “Veníamos con muchísima ilusión a la JMJ de Madrid”. Jorge confiesa que “venía con la pretensión de hacer lo que el Señor quisiera con mi vida”. Estos dos jóvenes se reencontraron como voluntarios durante el Vía Crucis: ahora están casados y tienen dos hijos. “El día del Vía Crucis, colocando las vallas como voluntarios, parece que se abrió el mundo y apareció Laura” cuenta Jorge, todavía muy emocionado.

“Mientras estábamos hablando, la conversación llegó a temas profundos y yo le dije que para mí el Cristo de la Pasión era algo muy clave y de repente empezamos a oír una banda de música y en cuestión de un segundo estaba plantado el paso del “Cristo cargado con la cruz”. Siempre decimos que nuestro matrimonio es el triángulo equilátero de Dios, Jorge, yo” cuenta Laura.

Jorge tiene claro que “a mis hijos les diré que para nosotros fue el lugar mejor para conocernos. Para mí es un orgullo haber conocido a mi esposa en la JMJ”.

David, uno de los "convertidos" en la JMJ

David Fernández fue uno de los muchos jóvenes que participaron en el Vía Crucis: “Hace 10 años yo fui uno de los convertidos en esta JMJ. La verdad que para mí supuso un antes y un después en mi vida. Tenía 18 años, recién terminado segundo de bachillerato y una crisis bastante complicada. Aunque por familia y por costumbre iba a Misa los domingos, tenía una fe bastante débil”.

“Me encontré con una fiesta en el aeropuerto con gente bailando, banderas de todos los países, y al preguntar a una joven me dijo que era une fiesta a la cual yo también estaba invitado” cuenta David.

El joven se encontró en la calle con Benedicto XVI en el papamóvil; su mirada le cambió y le hizo participar de lleno en la JMJ: “Fueron poquitos segundos, pero desde allí yo sentía que debía estar” confiesa David.

“Yo del Vía Crucis recuerdo dos momentos concretos: el segundo paso, el ‘Beso de Judas’ y el de la Virgen de la Regla. Fue como que la Virgen recogía mis pecados y los entregaba a Jesucristo. Para mí significó el momento en el que yo, alejado de la iglesia, sentí que tenía que pertenecer a esta comunidad. Yo veía a gente de todos los países, feliz, contenta, con una razón de ser, para mí fue un choque de emociones tremendo, pero para mí fue la raíz de mi fe. Me sentí amado, liberado y perdonado” dice David.

La experiencia del arquitecto que diseño el proyecto de la Vía Crucis

Maria Cardenal y Eduardo Delgado fueron dos de los organizadores del Vía Crucis. “Tres meses antes de la JMJ me pidieron que me hicieron cargo del diseño del proyecto del Vía Crucis, fue único e irrepetible” cuenta el arquitecto Eduardo que diseñó 15 cajas de luz neutras y modernas en las que colocar los pasos.

Maria se encontraba en el equipo organizador del Vía Crucis: “Tuve la suerte de ser voluntaria desde el principio, desde el embrión de la escaleta de los actos centrales. Empezamos pensando que iba a ocurrir en Cibeles. Fue muy emocionante porque fue realmente vivirlo desde los primeros apuntes hasta que ocurrió. Recuerdo estar arriba en el escenario y ver esa masa de gente, bailando y que cobrase sentido la idea de que la iglesia estaba viva, porque lo estábamos demostrando”. Eduardo admite que recuerda ese proyecto como un “proyecto de intensidad máxima donde no teníamos margen de error”.

La sorpresa de Guiomar cada vez que veía a Benedicto XVI

Guiomar Goena fue otra de las jóvenes que organizaron el Vía Crucis durante la JMJ: “Justo en 2011 acababa de llegar a Madrid a trabajar y me metí en la JMJ en el equipo organizador del Vía Crucis. Estuve trabajando 8-9 meses y fue espectacular, aprendí muchísimas cosas a nivel profesional y personal. Me gusta pensar que Dios actúa en cosas muy pequeñas y creo que el Vía Crucis me ayudó a quitarme todos los afectos mundanos del corazón y acompañar, gracias a esos pasos, al Señor en su Calvario. Yo creo que la alegría tiene las raíces en forma de cruz”.

Terminé el Vía Crucis diciendo al Señor que desde ese momento iba a vivir por él, a trabajar por él, a cuidar a mi familia por él” dice Guiomar. La joven también confiesa que tenía “esa imagen de una Papa muy serio y alejado y fue toda una sorpresa encontrarnos con un Papa que se ponía muy en la piel de los jóvenes, nos dio muchos consejos y fue supercercano en cada evento que organizamos”.

Guiomar tiene claro que la experiencia de la JMJ “no la cambia por nada, fue una gran escuela a todos los niveles y que ahora recuerdo cada día y me vale para otros trabajos y para mi día a día. Creo que enseñó al mundo esa piedad profunda y esas raíces cristianas que tiene España y sobre todo esa alegría y fe que tenemos los españoles, aunque digan lo contrario”.

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