¿De dónde viene la tradición de las Fallas?

El origen de una de las fiestas más populares de España se remonta al Siglo XVIII, y está ligado al gremio de los carpinteros de la ciudad de Valencia

Hacia el 1900, el Ayuntamiento ya otorgaba algunos premios a las fallas más originales

Juan Andrés Rubert

Publicado el - Actualizado

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El origen de estas fiestas, según los historiadores de la ciudad, se sitúa a mediados del Siglo XVIII. No existían las fiestas como tal, pero los expertos señalan este siglo como el punto de partida de lo que más tarde serían las fiestas de Fallas. Estas fiestas están relacionadas irremediablemente con el gremio de los carpinteros de Valencia y su antigua tradición. Durante los meses de invierno, los talleres los montaban en las casas. Cuando ya llegaba el buen tiempo, de cara a la fiesta de San José, día 19 de marzo, los carpinteros amontonaban fuera de sus talleres todos los trastos inservibles junto con trozos de madera que habían sobrado y los quemaban. Por eso mismo, el día de la Cremà se estableció el 19 de marzo, festividad de San José, patrón de los carpinteros.

Por aquel entonces, las fallas eran piras de materiales altamente combustibles que recibían ya ese nombre, y se les prendía fuego al anochecer de la víspera de San José. De esas piras amontonadas, se les empezó a dar una estructura con cierta estética, con algún mensaje satírico o irónico. A partir de ahí, empezó a cuajar en la sociedad esta curiosa tradición, provocando que mucha gente se concentrara alrededor de estas fallas para ver cómo se consumían. Cada año, poco a poco, iba arraigando más esta costumbre hasta convertirse en una de las atracciones principales de Valencia, hasta el punto de acercarse gente de localidades cercanas para contemplar las piras convertidas en Fallas.

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Pero, ¿de dónde sale el término falla? Se dice que esta palabra proviene del valenciano que se hablaba en la época de la Edad Media. La palabra provenía del latín 'fac[u]la', diminutivo de 'fax', que significa ‘antorcha’ en castellano. Eran llamadas 'fallas' las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia que rodeaban las murallas de la antigua ciudad de Valencia. Los carpinteros también usaban estas 'antorchas', a modo de candiles, para iluminar sus talleres en invierno. Esto es lo que nos dice la tradición popular, que ha ido pasando de generación en generación hasta asentarse como tradición indispensable. La gran mayoría de historiadores y expertos en la materia coinciden en este origen, aunque han surgido todo tipo de teorías, algunos sin ningún tipo de fundamento. De ahí que esas piras amontonadas recogieran ese nombre, ya que se le solía prender fuego con esas antorchas.

Las Fallas no fueron muy bien acogidas por las autoridades civiles, que llegaron a prohibir ciertos actos relacionados con estas costumbres populares. Esto provocó que, a finales del siglo XIX, miles de valencianos se alzaran en defensa de sus tradiciones, que llevaban ya celebrándose más de un siglo. La presión fue tal, que surgieron verdaderos movimientos en la sociedad valenciana para evitar que se persiguieran estas fiestas. Las autoridades, viendo esta respuesta en los habitantes de Valencia, decidió darle más protagonismo a la fiesta. Una revista valenciana de aquella época, "La Traca", tuvo la idea de otorgar cada año una serie de premios a los mejores monumentos falleros. A partir de ahí, ya se estableció una competición tremenda entre los vecinos de diferentes barrios, ya que cada zona tenía su falla. Fue aquí cuando nació la falla artística moderna, tal y como la conocemos hasta hoy en día. Se mantuvo la crítica y la sátira, además de añadirle ese toque artístico tan característico, con sus 'ninots' correspondientes, las figuras que conforman el monumento fallero.

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Comienza el siglo XX y las Fallas ya son las fiestas más importantes de la capital del Turia. Nada más entrar en este siglo, en 1901, ya fue el propio Ayuntamiento de Valencia, otorgó los primeros premios municipales oficiales a las mejores fallas de la ciudad. Aquí, las fiestas ya tenían su estructura y su programación, y fue la primera vez en la que el pueblo y el poder político se unieron para darle vida a estas fiestas. Obviamente, las Fallas adquirieron mucha más notoriedad, y había incluso un tren que recogía a gente de otras ciudades para darles a conocer la fiesta de una forma mucho más institucionalizada.  

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Justo en 1929, se creó el primer concurso oficial de carteles para promocionar la fiesta, y en 1932 se instauró la Semana Fallera para terminar de hacer aún más oficial unas Fallas que tenían una implicación total de los valencianos. En esta década, durante los años 30, fue cuando las Fallas se convirtieron en la fiesta mayor de la Comunitat Valenciana por excelencia. Desde entonces, hasta la actualidad, se llegan a quemar más de setecientas fallas entre grandes y pequeñas, sólo en la ciudad de Valencia, ya que los municipios de los alrededores también celebran las Fallas. Unas fiestas que, ahora ya son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y cuyos visitantes ya superan el millón cada año.

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