El asalto independentista a la Cámara de Barcelona

Los grandes empresarios catalanes entonan el mea culpa tras dejarse arrebatar la institución. Joan Canadell es el nuevo presidente.

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Joaquín Vizmanos

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Tenemos lo que nos merecemos”, admite un pequeño empresario metido ahora en política. Ha pasado ya más de una semana de las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona y los grandes patrones catalanes, los que tienen peso real, todavía se muestran reacios a hablar en público del terremoto. Con el paso de los días el shock, la sorpresa inicial se ha convertido en temor porque al final su exceso de confianza ha dejado en manos del separatismo una institución que ayudan a sostener con sus cuotas generosas y que ahora se convertirá en una herramienta más “para la implantación de la República catalana”, según han apuntado los ganadores.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Por la movilización de unos y la desidia de otros. El sistema de votación telemática que ha introducido la Generalitat por primera vez le ha venido de perlas a la candidatura impulsada por la Asamblea Nacional Catalana. “Era un guante a medida porque se mueven como pez en el agua en las redes sociales”, cuenta a COPE uno de los afectados. Todo lo contrario que la opción “tradicional” que arropaban las grandes empresas, la que encabezaba Carles Tusquets y que no vio venir el tsunami hasta que lo tuvo encima. Como se esperaba los separatistas acudieron en masa y bastó una participación del 4% del censo para quedarse con el control de la Cámara de Barcelona. Sí, ¡el 4%! Parece poco. Apenas 17.224 empresas sobre un total de 423.000 se animaron a tomar partido en los comicios pero es que fueron muchas en relación a otras convocatorias y encima los “nuevos” se decantaron todos por la opción independentista que se ha quedado con 31 de las 40 sillas en juego. En otras palabras, barrieron. Ocupan todo el comité ejecutivo.

 

¿Y ahora qué?

El nuevo equipo que va a gestionar a partir del verano la Cámara de Barcelona ya ha dejado claro que se pone al servicio de la independencia. Solo hará informes para la secesión y defenderá un proyecto “con liderazgo económico sin sumisión a los intereses de oligopolios y empresas con sedes no catalanas”. Es decir pone en el punto de mira en las compañías del Ibex 35, a aquellas que dejaron la comunidad autónoma tras la consulta ilegal del 1 de octubre de 2017. Hablamos de CaixaBank, Sabadell, Naturgy o Abertis que encima abonan 75.000 euros anuales, la cuota mínima. ¿Qué van a hacer ahora?, ¿seguirán pagando a un organismo que es hostil a sus intereses y del que no comparten la estrategia? El escenario es “endiablado”, dicen nuestras fuentes aunque muchas ya reconocen que intentarán salir de puntillas, sin hacer mucho ruido.

La clave ahora es cómo se va a financiar la Cámara de Barcelona. No hay que olvidar que un tercio de su presupuesto, casi 20 millones de euros este año, depende de esas aportaciones de las grandes empresas y de las transferencias de la Cámara de España. Su presidente, el catalán José Luis Bonet, ya ha exigido “lealtad” al sucesor de Miquel Valls para darle acceso a los fondos de la UE, para que ese grifo no se cierre. Sólo el año pasado, la Cámara de Barcelona gestionó fondos para las empresas de la capital catalana por valor de 10 millones de euros a través de la Cámara de España. Bonet se ha limitado a hacer una declaración escrita a petición de un periódico en la que dice además que lamentaría que institución pase a regirse “por criterios políticos”. Está preocupado. No es para menos. No hay que olvidar además que la Cámara tiene voz y voto en órganos clave como la Fira, Turismo de Barcelona, el aeropuerto, el puerto y el Consorcio de la Zona Franca. Desde luego lo conseguido no es caza menor para el independentismo.

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