El anhelo de Sánchez de tener “manos libres” dispara el riesgo electoral

El presidente del Gobierno fracasa en su intento de aprovechar la debilidad del líder de Podemos para ahorrarse concesiones.

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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El quinto encuentro de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias naufragó en menos de dos horas y lo hizo hasta el extremo de que, a su término, la portavoz del Grupo Socialista, Adriana Lastra, aparcó los ritos de apareamiento con Podemos y entró como un mihura en escena. Alto y claro acusó a Iglesias de frustrar toda posibilidad de acuerdo por su empecinamiento a entrar en el Consejo de Ministros. Tan desalentador diagnóstico vino acompañado de reproches tales como la falta de “lealtad, sinceridad y confianza” exigibles a todo interlocutor político.

El remate del ataque de contrariedad escenificado por Lastra llegó con la filtración por fuentes socialistas de la exigencia de Pablo Iglesias para sí de una vicepresidencia. Según las mismas fuentes, “ése ha sido el motivo del bloqueo” y lo que alargó la reunión a la hora y tres cuartos, en un clima enrarecido. Tal extremo fue desmentido por Podemos que endosó al presidente del Gobierno la amenaza de una repetición electoral. Las pedradas fueron de ida y vuelta. La ruptura total estaba servida y anticipó, sin margen de duda, una inminente investidura fallida.

El círculo de Sánchez ha abandonado a marchas forzadas la posibilidad del entendimiento, in extremis, con Iglesias de cara a la segunda votación este próximo 25 de julio. Quienes venían llamándose “socios preferentes” son incapaces de predecir qué puede suceder antes del 23 de septiembre, fecha en la que expirará el plazo para una reelección del jefe del Ejecutivo. Sánchez ya ha pretendido aprovechar la debilidad de Iglesias, pero puede insistir en la estrategia para elevar a la enésima potencia la presión en estos días.

No podemos dar por acabada una negociación que no ha comenzado”, desliza el entorno de Pedro Sánchez. Los socialistas, desde luego, van a cuidarse de aparecer como los culpables de una vuelta a las urnas. Lo cual debe llevar a Sánchez a escenificar que nadie con más énfasis que él, ni con más empeño, ha buscado o buscará alcanzar la gobernabilidad. El candidato, de creer a su entorno, mantiene grabada a fuego una premisa: Él se ha movido con la oferta de cooperación y el líder de Podemos, en cambio, sigue anclado en sus posiciones.

El mismo debate de investidura puede convertirse en realidad en el del uso por parte de Sánchez para enfrentar con su intervención a todos, pero, muy en particular a Iglesias, al dilema sobre sus pasos. Ahora mismo, Pedro Sánchez ha redoblado el pulso al desestimar una segunda vuelta en septiembre. Está por ver que a la vuelta de verano deje correr el reloj el Presidente sin actuar, perfectamente conscientes además sus cercanos de las presiones de toda índole que se van desencadenar sobre los distintos actores de la vida política.

El calendario transcurrirá imparable pero aún sería posible alcanzar compromisos que ahorren una repetición electoral, el escenario teóricamente aborrecido pero visto por miembros del núcleo duro como una opción hasta “conveniente” en pos de lograr un resultado superior al 30% de los votos, alrededor de 140 escaños, que abra la puerta a una Legislatura de 4 años con cesiones mínimas a Pablo Iglesias. Así planteado, sobrevuela el PSOE que más vale urnas en noviembre que dentro de un año en medio de un escenario de inestabilidad. 

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