Cataluña, el motor de la economía española desinflado por la fuga de empresas
El procés no está saliendo gratis a los catalanes y las consecuencias afectarán a todos, estén o no a favor
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Si algo caracteriza, no, caracterizaba a Cataluña, entre sus muchas virtudes como región y sobre todo en lo económico, era su peso específico para el resto de la economía española. Se la calificaba incluso de motor del resto del estado español y las cifras así lo rubricaban. En 2007, el PIB de Cataluña era de 197.400 millones de euros, el 18,8% del total de la riqueza nacional. De cumplirse las previsiones, este 2019, la economía catalana será la que menos crezca del resto de economías que componen el conjunto del estado.
Esto viene a confirmar que la otrora locomotora es, en este momento, el vagón de cola de un tren llamado España. Tren que da potencia a una región deteriorada por el desinterés de un gobierno presidido por Quim Torra más preocupado por la independencia que ocupado en el bienestar de sus conciudadanos. "Casi un tercio de todo lo producido por las empresas catalanas (31%) está asociado a las compras del resto de españoles y que suponen un montante de 54.000 millones de euros anuales de riqueza en Cataluña ( unos 7.200 euros por catalán y año), según datos del estudio 'El resto de España, motor de la economía catalana' elaborado por Convivencia Cívica Catalana. Es decir, "los 973.000 puestos de trabajo asociados a las compras del resto de españoles representan un 27% del total del empleo existente en Cataluña. Uno de cada cuatro empleos en Cataluña depende del resto de España".
Siguiendo con las conclusiones de ese trabajo y dada la gran dependencia que Cataluña tiene del mercado español, "una hipotética secesión y la ruptura con su principal mercado, el resto de España", tendría muchísimos y "notables efectos negativos sobre la economía catalana". Retroceso que comenzó con la grave crisis financiera mundial de 2008 y que se agudizó por la deriva independentista del Gobierno que presidía Artur Mas. El dinero recela siempre de las situaciones inestables, por eso desde que los dirigentes catalanes comenzaron a empecinarse con el referéndum secesionista y dejaron ver su hoja de ruta que les llevó hasta el 1-O, la fuga de capitales fue todo uno.
Los números rojos del procés
"Cataluña era un paríso para la inversión extranjera, era el lugar más dinámico de España por infraestructuras y capital humano y, por cercanía al mercado Europeo tenía muchas ventajas" recordaba esta semana en 'La Linterna' de COPE, Fernando Fernández, profesor del IE Bussines School. Sin embargo, desde el inicio del procés "hay estimaciones que hablan de una caída de inversión extranjera del 30 por ciento" señalaba el doctor en economía.
Pero las consecuencias son aún más preocupantes: el coste del procés se estima en 4,4 puntos del PIB, lo que traducido en dinero se situa en torno a los 5.000 / 8.000 millones de euros, 1.400 euros por catalán por año. Y lo que es peor, las pérdidas que no se cuantifican físicamente, pero están muy presentes, "los intangibles". Como detalla el profesor Fernando Fernández, "los intangibles en Cataluña son muy cuantiosos como la pérdida de reputación internacional y la marca Cataluña, la marca Barcelona". Ese coste intangible de la pérdida de peso como lugar idóneo para invertir, esa pérdida de imagen se ve claramente en "que ninguna empresa grande (de las que cambiaron su sede social de Cataluña a otra parte de España, sobre todo Madrid), han vuelto". No podemos pasar por alto como dice el experto en Economía que "el gran problema no es solo lo que se ha destruido sino lo que ha dejado de venir. La lectura optimista es que parte de esas empresas que no se han establecido en Cataluña se han situado en Valencia, Zaragoza o Madrid, pero muchas se han perdido para toda España y se van para siempre. El problema es que el procés está durando mucho tiempo y la inseguridad jurídica conlleva un coste grande".
Un lustro son muchos años, es un tiempo muy largo y las empresas buscan destinos alternativos. El Colegio de Registradores cifra en 5.682 las empresas que han abandonado Cataluña entre el año 2017, ejercicio en el que se celebró el referéndum de independencia del 1 de octubre, y el pasado 30 de septiembre. Si vamos al detalle, esa 'fuga' de empresas en Cataluña fue de 2.536 compañías en el año 2017, una cifra similar a la registrada al año siguiente, ya que en 2018 se contabilizaron 2.359 salidas de compañías, mientras que en los tres primeros trimestres de este año se han trasladado un total de 787 empresas.
"Barcelona ha perdido su ventaja competitiva y en Cataluña vamos a ver lo que ya hemos visto en Quebec (uno de los espejos en los que se mira el independentismo catalán y que también ha perdido competitividad)", advierte el profesor del IE Bussiness School, Fernando Fernández, que pone el punto de mira en otro sector muy importante para la economía catalana, el turismo, "Barcelona ha perdido mucho turismo del llamado turismo de congresos y ha recuperado el turismo de mochila, que no es por menospreciarlo, pero son los visitantes que no dejan grandes beneficios económicos".
El rating de Cataluña, al nivel de Angola
"El rating de Cataluña es de bono basura. Está a la altura de Bolivia o de Angola, por tanto, el futuro o hay un cambio radical de la Generalitat o el deterioro va a ser continuado", lamentaba en 'La Linterna' de COPE, Francisco Valle, empresario catalán, el pasado lunes, el mismo día que conocíamos la sentencia del procés.
Para los incrédulos estas son las calificaciones de las principales agencias sobre Cataluña: Fitch le atribuye la doble b, BB que significa que hay circustancias adversas financieras, económicas o de negocio que puede llevar a que el emisor no tenga capacidad para cumplir con sus compromisos financieros sobre la obligación. Moody’s le atribuye un Ba3, un rating por el que consideran a los títulos de esta región de riesgo alto. Calificación que ni Moody’s ni Fitch han movido desde que comenzara la deriva secesionista en 2017.
Dos años después de la consulta ilegal del 1 de octubre y de la fallida declaración de independencia, Cataluña no vive su momento más boyante, pocas empresas de las que se fueron por el procés han vuelto y habrá que calcular el gasto que va a suponer para las arcas de la ya perjudicada Hacienda catalana los actos de guerrilla urbana de esta semana.