La dura rutina de los pescadores: una juventud dedicada al mar y alejados de los suyos

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, abordará este miércoles la complicada situación que atraviesa el sector pesquero a raíz del incremento de los costes de la energía y del gasóleo y tras los paros del transporte, que ha provocado que más del 70% de la flota española continúa amarrada.

En concreto, el titular del ramo se reunirá a las 17.00 horas con los representantes de Cepesca y de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores (FNCP), justo dos días después de la reunión del Consejo de Ministros de Agricultura y Pesca de la Unión Europea en Bruselas donde, a petición de España, se trató el incremento de los precios del gasóleo y se solicitarán ayudas para el sector.

El sector pesquero solicitará a Planas que explique las medidas "concretas y urgentes" que se pueden poner en práctica de forma inmediata para afrontar el encarecimiento de los combustibles.

La realidad del sector pesquero

Hablar del sector pesquero es hablar de una de las profesiones más duras del mundo, que en los últimos tiempos está sufriendo un importante déficit de trabajadores por sus duras condiciones. Los marineros españoles cada vez son menos porque los jóvenes no quieren una vida en alta mar. Trabajar en condiciones complejas, lejos del hogar, de la familia y a veces con poco uso de nuevas tecnologías.

Además, los sueldos cada vez se han visto más mermados. Antiguamente, lo que se ganaba en el mar era bastante superior a lo que se podía ganar en tierra. Ahora, eso ha cambiado y los sueldos están más equiparados. Eso sí, si estás en tierra evitas alejarte de tu familia durante muchas semanas.

España es una de las principales potencias pesqueras de la Unión Europea: con más de 8.800 barcos y alrededor de 30.000 tripulantes. El salario mínimo de un pescador de alta mar es de 1.022 euros y el máximo por mes es de 2.248 euros.

Una juventud dedicada al mar

Los pescadores de alta mar pasan la mayor parte de su juventud subidos al barco y padeciendo una fuerte incomunicación que les mantienen aislados de sus familias. Este hecho es uno de los principales motivas por el que las nuevas generaciones no apuestan por esta profesión.

La mayoría de estos trabajos se desarrollan en zonas muy alejadas de la costa y en lugares insospechados del mundo. A veces, una simple llamada puede cambiar los planes de un pescador, si su empresa decide que coja un avión para irse a la otra punta del mundo a realizar la labor. En este sentido, no vale una boda, un bautizo o la defunción de un familiar cercano: el mar espera y hay que apresurarse.

Además, si el día a día es duro entre olas, también es duro en el hogar familiar, donde muchos meses cuentan con una persona menos. En este sentido, todo el peso del hogar, de los niños y del día a día en tierra recae en otra persona.

Pasar tanto tiempo fuera supone también, en ocasiones, un problema social para los pescadores de alta amar una vez que regresan a casa. La cotidianidad y las costumbres en el barco pueden provocar una sensación de aislamiento una vez que vuelve con su familia. "Tú llegas a casa y no te conoce tu hijo", señala un pescador de Marín en una reciente entrevista concedida a 'El Debate' con motivo del naufragio del 'Villa de Pitanxo'.

"El mar dicta sus propias reglas"

Un estudio realizado sobre la situación del sector resume la labor pesquera en una frase: "El mar dicta sus propias reglas". Los expertos señalan que la jornada semanal de un pescador pueden rondar las 80 horas. "No existen horarios de trabajo, el ritmo lo marca el mar y las capturas".

Las instantáneas que se registran en los barcos han provocado que la pesca sea considerada por Bruselas como uno de los oficios más peligrosos: la posibilidad de que un marinero sufra un accidente moral a lo largo de su vida laboral es del 3% y se dispara hasta el 50% si se trata de un accidente grave.