Sin micrófonos

Rajoy consigue dar la vuelta al ánimo del PP

El discurso de Rajoy en la convención popular estuvo marcado por invitar a los suyos a ser optimistas

María Dabán

Publicado el - Actualizado

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“Ha sido el discurso preciso en el momento exacto”. Así definía un miembro del Partido Popular la intervención de Mariano Rajoy al final de una Convención que comenzaba como un funeral y finalizaba, con los militantes del partido aliviados, en cierto modo, después de escuchar la intervención de su líder... intervención en la que les pedía que vayan con la cabeza alta, que den la batalla, y que relaten todo lo conseguido por el PP en los últimos años. Rajoy, en cierto modo, consiguió, pues cambiar el ánimo de su alicaída militancia criticando también la inexperiencia de una oposición que subasta promesas electorales de manera frívola, “como quien compra imanes de nevera”.

Y es que el cónclave popular no pudo empezar peor, marcado por el caso del máster de Cristina Cifuentes, que apareció en Sevilla desde el primer día, desde el viernes, cuando su intervención se esperaba para la tarde del sábado; y por la decisión de la justicia alemana de rechazar extraditar a Puigdemont para que sea juzgado por el delito de rebelión (y las posteriores declaraciones de la ministra germana del ramo aplaudiendo esa decisión).

Así pues, el PP se vio obligado a cambiar sobre la marcha el guión de una cita que, en principio, debía servir para rearmar ideológicamente al partido, y para hacer algún anuncio de calado, y que acabó teniendo que ser una llamada al cierre de filas del partido. Fue la secretaria general, María Dolores de Cospedal, la encargada de hacerlo, en primer lugar, en el discurso de inauguración de la convención el viernes por la tarde, discurso nada fácil, admitían, porque había venido precedido de una rueda de prensa de Cristina Cifuentes en la que había ratificado que no pensaba dimitir porque no había cometido ninguna ilegalidad. Cospedal, pidió pues, a los suyos, que defendieran sin complejos los valores del partido, que no se dejaran avasallar, y que hablaran bien “de lo nuestro y de los nuestros”, decía.

Curiosamente, el más optimista dentro del PP ha sido el propio Mariano Rajoy, o al menos esa es la imagen que ha trasladado este fin de semana. El líder del partido está convencido, lo dice siempre, de que una cosa es opinar, y otra, votar; y de que, a la hora de meter la papeleta en la urna, los españoles sabrán valorar lo que ha hecho el Gobierno, y el realismo de sus propuestas de cara a futuro. Y esta será la clave para los meses venideros: reivindicar lo propio, y destacar la inexperiencia y la frivolidad la oposición

Las próximas semanas estarán marcadas, pues, por la negociación de los presupuestos (están al alcance de la mano, dicen); por Cataluña y por Cifuentes.

Conocer que ha sido un profesor socialista quien ha destapado el caso, servía al PP madrileño para contraatacar por primera vez desde que estalló el escándalo, pero no son pocos los que piensan que la presidenta acabará cayendo. Es más, para algunos, cuanto antes dé el paso y se vaya, mejor, porque el partido “se está desangrando".

Cuestión aparte es el tema de Alemania. El Gobierno ha optado por la diplomacia, pero en el partido no ocultaban su indignación por una decisión que, entre países amigos, resulta sorprendente, dicen. Máxime cuando España entrega siempre a los delincuentes reclamados por Alemania sin problemas. El portavoz parlamentario, Esteban González Pons, llegaba a asegurar que, sin la confianza mutua entre estados, no tiene sentido una Europa sin fronteras interiores, y planteaba incluso la posibilidad de abandonar la euroorden, una opción que, eso sí, ha descartado el Gobierno. Hasta el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, poco dado a hacer declaraciones a la prensa, salía a la palestra para calificar de “desafortunadas” las palabras de la ministra de Justicia alemana en las que aplaudía la decisión de no entregar a España a Puigdemont para que sea acusado por rebelión. El Ejecutivo considera que las opiniones de la ministra no eran las del Gobierno alemán, y Rajoy llegaba a decir que no iba a llamar a Merkel, pero, algunas fuentes aseguraban que tendrá que haber una llamada a la cancillería para dejar patente el malestar de nuestro país. Otros recuerdan, ademas, que si Puigdemont es juzgado y condenado por malversación, después de que cumpla su condena, podría ser juzgado posteriormente por ese delito de rebelión, porque no prescribe.

Los populares pues, acababan cogiendo oxígeno después de un fin de semana en el que se habían quedado sin aire.

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