En 3 años y por primera vez Europa podrá recoger basura espacial

Hay más de 900.000 partículas en el espacio y pueden dañar las telecomunicaciones terrestres

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En 3 años y por primera vez Europa podrá recoger basura espacial

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Hay más de 900.000 partículas de esta basura esparcidas por el espacio y aunque no impactan en nuestra salud sí pueden dañar tanto nuestras telecomunicaciones en la Tierra. El riesgo es que estos residuos provoquen al colisionar desperfectos en los satélites de los que depende Internet, las telecomunicaciones los servicios de seguridad militar, los GPS, las investigaciones científicas o medioambientales entre otros para funcionar correctamente. La basura espacial también puede dañar futuras misiones espaciales y por eso es preciso recogerla, algo que será posible por primera vez en Europa en 2025.Actualmente la probabilidad de que se produzca un accidente entre un satélite y estos desechos que han ido acumulándose en el espacio en los últimos 50 años es menor al 1%, pero, de no tomar medidas al respecto durante las próximas dos décadas y según los expertos consultados por COPE, se incrementará al 5%. A finales de siglo, la cifra estaría en torno al 15-20%, lo cual lastraría cualquier posibilidad de ejercer misiones espaciales ya que económicamente sería inviable.“En los satélites que están operacionales funcionando en órbita, cuando se encuentran una basura hay un riesgo de colisión y se tienen que mover fuera de la órbita operacional para evitar chocar. Cuando los satélites o la basura espacial reentran en la atmósfera, hay un riesgo de que haya partes que lleguen al suelo”, explica Bastida.De seguir acumulándose la basura espacial, los cohetes no podrán salir de la atmósfera y provocará una desaceleración en lo que se refiere a la exploración espacial: habrá que reparar satélites o crear otros nuevos lo que disparará los costes de mantenimiento y de inversión a largo plazo y generará pérdidas económicas para el sector.

Aunque algunos de estos fragmentos han caído en zonas despobladas en enclaves residuales del Pacífico, hasta la fecha no han provocado grandes daños. Y es que más que impactar en la Tierra, estos residuos tienden a desviar su trayectoria hacia la Luna, que no tiene atmósfera, para colisionar contra ella.

“Los primeros objetos que lanzamos en órbita en 1957 ya dejaron basura. Hay un objeto que se lanzó en el 57 o en el 58 que aún está en órbita. Desde los años 60 ya se vio que los satélites y los cohetes que estábamos poniendo en órbita se quedaban ahí y no caían”, resalta Benjamin Bastida, ingeniero de sistemas de basura espacial.El verdadero peligro, tal y como señala Efrén Díaz, responsable del área de Derecho Espacial del Bufete Mas y Calvet, está en la aceleración que pueden alcanzar estos objetos: “Se mueven a velocidades de unos 28.000 kilómetros por hora, algo realmente inimaginable en la Tierra, y convierten esos pequeños fragmentos o residuos en auténticos proyectiles”, apunta.“Hay una escala de riesgo que va desde el nivel 1 de improbable colisión al choque seguro que implica el nivel 10. Cuando se localizan objetos que tienen alto riesgo de colisión con niveles de 8, 9 o 10, se clasifican los posibles sucesos”, prosigue Díaz.

Buena parte de la basura espacial que acumulamos se debe a que durante los lanzamientos de las misiones al espaciales se desprenden miles de piezas pequeñas como residuos. Así ha sido desde que en 1957 se puso en órbita el satélite ruso Sputnik 1 en el inicio de la era espacial. Desde entonces, cerca de 12.000 objetos se han lanzado al espacio con fines científicos, militares y comerciales tal y como indica el último informe de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior.Con el paso del tiempo, se ha ido incrementando el número de estos objetos y el área que ocupan. Tanto es así que la Agencia Espacial Europea (ESA) rastreó a finales de 2020 más de 28.000 objetos en órbita de más de 10 centímetros, además de más de un millón de fragmentos demasiado pequeños para ser calificados.¿Podrían llegar a caer a los suelos de nuestro planeta y provocar consecuencias humanas de gravedad?

La respuesta, de momento, es que no. La tendencia de estos objetos es dirigirse a colisionar contra la Luna al no tener atmósfera o desviar su trayectoria en caso de ir hacia la Tierra: “La órbita del objeto que iba a chocar con la Luna tiene menos perturbaciones que las órbitas alrededor de la Tierra. Una vez que se determinó que iba a chocar con la Luna, daba igual la distancia. Simplemente sabes que la órbita, aunque tenga una mínima perturbación, acaba cruzándose con la Luna. La Luna es lo suficientemente grande para saber que chocará”, matiza Bastida.Misiones de limpiezaLos expertos también aseguran que están trabajando para lanzar misiones espaciales que permitan eliminar toda la basura espacial que sea posible. Hasta ahora solo se han realizado pruebas, y se ha fijado para dentro de 3 años la primera misión espacial a nivel europeo para eliminar un objeto real de basura espacial.Ahora la incógnita que queda por resolver es la de si la atmósfera podría llegar a limpiarse por completo. Eva Vega, directora del Departamento de Programas Espaciales, da algunas claves: “Hay como dos líneas respecto a la limpieza del espacio de la basura espacial. Por una parte, desde hace unos años hay una regulación a que las misiones, sobre todo las que están en órbitas cercanas a la Tierra, tienen que asegurar que hacen una reentrada controlada en menos de 25 años para no quedarse permanentemente dando vueltas alrededor de nuestro planeta. Para los satélites que van a órbitas lejanas a la Tierra, se ha creado una especie de órbita-aparcamiento para sacarlos de la zona operacional. Respecto a la basura que ya se había generado antes, las agencias espaciales están trabajando en misiones específicas para retiradas de fragmentos”, asegura.“No sé si será posible limpiar la atmósfera al 100%, pero sí que se están tomando las acciones necesarias para ir limpiando poco a poco el entorno espacial”, concluye Vega. No solo nuestro país está implicado en este proyecto, sino que otros como Japón también prevén hacer lo propio en 2025 con tal de eliminar todos los residuos espaciales que sean posibles y limitar al máximo los riesgos.

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