Renate Reich, atrapada al otro lado del Muro de Berlín
Su historia comenzó tras desobedecer los consejos de su padre
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El 13 de agosto de 1961, Renate Reich tomó la peor decisión de su vida. Ir a recoger unas cortinas. Esa noche la República Democrática Alemana había cerrado por sorpresa la frontera con una alambrada y las cortinas quedaban al otro lado, en casa de su abuela. Nadie podía todavía sospechar en lo que se convertiría aquel muro y Renate, a sus 17 años, no se tomó en serio las advertencias de su padre.
“Que no podría volver con las cortinas, me dijo mi padre y yo respondí que claro que sí, con el tranvía pero cuando quise volver, efectivamente, los tranvías ya no podían circular en esa dirección y me quedé sin saber qué hacer, como atontada”, recordaba Renate aquella situación.
Atrapada en la Alemania comunista, Renate quería volver a su casa y con su novio e intentó cruzar, pero fue detenida y eso tuvo consecuencias. Era vigilada, no se le permitió estudiar para ser profesora, como hubiese querido y, finalmente, cayó en depresión. Su padre le prometió que la sacaría de allí, fuese como fuese, así que falsificó un pasaporte y la recogió en casa de los abuelos para pasar juntos de noche el puesto fronterizo.
“Pasamos de noche, había solo una farola, el policía miró nuestros documentos y nos dejó pasar. Y en cuanto llegamos al lado oeste nos abrazamos. Llorábamos y después gritábamos y vino un policía a preguntar qué pasaba. Mi padre le dijo que acababa de recuperar a su hija. Al escuchar eso nos felicitó y se alegró con nosotros”, rememoraba Renate Reich con gran emoción aquel momento.
Lo cierto es que solo entonces Renate entendió lo que dejaba al otro lado, sus abuelos, tíos y primos, a los que no volvió a ver hasta la Caída del Muro. Su tío Manfred nos cuenta que no se lo creía hasta que vio lo que sucedía en la televisión de su vecino. “Fui a casa gritando: ¡El muro está abierto! ¡el muro está abierto!”, comentaba Manfred.