Trump llega a Londres con ganas de Brexit
Aún no ha aterrizado y ya ha levantado ampollas. Trump se ha ocupado de calentar el ambiente apoyando a los dos líderes políticos más radicales anti UE
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Donald Trump llega a un país divido amargamente y en una crisis política sin precedentes. Los ciudadanos están divididos sobre el Brexit; los dos grandes grupos parlamentarios -los conservadores y los laboristas- están descubriendo a base de golpes electorales que ha llegado el fin del bipartidismo; en el gobierno, la primera ministra dimite el viernes como líder de su partido, y hay más de una docena de candidatos dispuestos a acuchillarse entre sí para suceder a Theresa May; en la oposición, el liderazgo de Jeremy Corbyn está en sus horas más bajas.
Las declaraciones de Trump al diario británico The Sun publicadas este fin de semana no han ayudado a calmar el ambiente. Literalmente, ha dicho que Boris Johnson le gusta muchísimo, que hará un trabajo excelente [dando por hecho que será el próximo líder de los tories y, por ende, próximo primer ministro británico] y que no han tenido tiempo aún de sentarse a hablar de proyectos concretos. También ha elogiado a su gran amigo Nigel Farage, el fundador del Brexit Party, y ya le ha reivindicado como el hombre que debe negociar con Bruselas la salida de Europa. A los británicos no se les ha olvidado que Farage fue el primer político europeo al que Trump recibió -con todos los honores- nada más ser elegido presidente.
Otro frente abierto tiene que ver con la familia real. No es ningún secreto que a Meghan Markle, la única norteamericana del clan, no le gusta nada Donald Trump. Ya durante la campaña electoral, ella -aún soltera- hizo campaña a favor de Hillary Clinton y llegó a amenazar con exiliarse a Canadá si ganaba Trump. Los de The Sun se lo recordaron al actual Presidente de Estados Unidos, él respondió diciendo que la esposa del príncipe Enrique era “nasty” (desagradable, repugnante)... y en las últimas horas ha intentado arreglarlo. Desde su cuenta oficial de Twitter, Donald Trump ha acusado a la prensa de habérselo inventado. Según él, es una “Fake News”; según el periódico que lo publicó, está grabado. Y de hecho, esas palabras están siendo difundidas en todas las radios y televisiones británicas. En cualquier caso, Meghan Markle está oficialmente de baja maternal, así que no veremos la que hubiera sido la imagen más polémica del viaje.
En cuanto a los contenidos de las conversaciones, se anuncian dos grandes puntos de fricción: la cuestión climática (ni el Príncipe de Gales ni Theresa May comparten la postura del gobierno Trump) y el conflicto de Huawei, que afecta directamente a las relaciones bilaterales con China. Ya en el pasado, el presidente estadounidense y la primera ministra británica han litigado en asuntos como la política migratoria, los acuerdos comerciales, el pacto nuclear con Irán o el propio Brexit.
Sea como fuere, esta visita oficial tiene dos prioridades en la agenda: la relación con la Reina Isabel II y las conmemoraciones por el 75 aniversario del Desembarco de Normandía, que comienzan el miércoles en Portsmouth, al sur de Inglaterra, y concluirán el jueves en Francia, al otro lado del Canal de la Mancha. Y el gran interés de Donald Trump en que estos dos aspectos alcancen gran relieve se manifiesta, entre otros detalles, en el hecho de que no solo viene con Melania sino también con sus cuatro hijos adultos.
Los anti-Trump han preferido concentrar esta vez las protestas, y la gran cita es el martes por la mañana en Trafalgar Square. Desde allí partirá una marcha hacia el Parlamento que se prevé multitudinaria. En la visita del año pasado, en cambio, hubo manifestaciones continuas todos los días. Lo que ya está confirmado es que volveremos a ver el famoso “baby Trump”, el globo gigante que sobrevoló la ciudad en julio de 2017. Ha habido hasta recogida de fondos para financiarlo y, con las 50.000 libras recaudadas, les da para izarlo mañana de 9 a 11 en el cielo de Westminster.
Precisamente desde ese punto ha salido otro claro mensaje en forma de silencio: no le han invitado a hablar ante los diputados y lores, como sí hicieron Barack Obama, Bill Clinton y Ronald Reagan. El Speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow (“Order, order!”), sencillamente no lo ha considerado adecuado. Le ha servido de excusa formal, eso sí, que están de obras.
Tampoco el alcalde de Londres, Sadiq Khan, ha desplegado alfombras rojas. En un artículo de opinión publicado este domingo en The Guardian, le critica por sus políticas de inmigración, le acusa de utilizar tácticas populistas de racismo y xenofobia, denuncia la prohibición de viajar a los países mayoritariamente musulmanes y -por todo esto- compara a Trump con “los dictadores europeos de los años 30 y 40”. Khan pertenece al Partido Laborista y ya tuvo un enfrentamiento con el presidente de EE.UU. en 2017 a propósito de los ataques terroristas en London Bridge.
Y, a pesar de todo, hay manos tendidas. Trump proclama: “I don't imagine any other US president was closer to your great land”. El diario The Times pide, por su parte, que el país muestre un poco de humildad y reciba con respeto al máximo representante de Estados Unidos.