Madrid - Publicado el - Actualizado
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2017 se presenta como el año en el que quedará completada la reforma de la Curia Romana que impulsa el Papa. En su tradicional felicitación navideña, Francisco avanzó ayer las grandes líneas, entre las que mencionó una mayor racionalidad organizativa y una mejor coordinación entre los distintos departamentos, si bien dejó claro que el punto clave es la renovación espiritual de quienes trabajan al servicio de la Santa Sede. Sin esa conversión individual, como advirtió el Obispo de Roma, «sería inútil cualquier cambio en las estructuras». No basta, si quienes van a desempeñar después las responsabilidades están más preocupados por su carrera que por llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo.Ese celo misionero debe ser el motor de un servicio apasionante al que se incorporarán, según anuncia el Papa, un creciente número de laicos y de mujeres procedentes de todos los rincones del mundo, en el contexto de esa internacionalización de la curia romana impulsada ya desde hace varias décadas. Son cambios que encuentran y encontrarán algunas resistencias. No es algo que preocupe a Francisco, sino más bien al contrario, siempre y cuando las críticas sean hechas desde «la buena voluntad». Las otras, las «resistencias maliciosas», si acaso recuerdan la necesidad permanente de reforma en la Iglesia para ser fiel a la misión que le encomendó Jesucristo.