¿Alergia o intolerancia alimentaria? Estas son las diferencias entre una y otra y así puedes distinguirlas

"Mi café con leche sin lactosa, por favor" o "No puedo tomar esto, soy alérgico a los frutos secos". Son una de las tantísimas premisas que hemos escuchado en alguna que otra ocasión. Amigos, familiares, conocidos... todos conocemos a alguna persona que no puede comer un alimento concreto por una alergia, o evitar otros productos por el mero hecho de ser intolerantes. 

Y es que aunque exista una cierta tendencia general a pensar que una intolerancia alimentaria y una alergia son lo mismo, no tienen nada que ver una con otra. Sí que es cierto, eso sí, que en ambas existe una reacción adversa cuando ingerimos un alimento en concreto. Sin embargo, el motivo por el que se produce, el grado y el lugar exacto donde tiene lugar son muy diferentes. 

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Actualmente existen 14 grupos de alimentos que pueden causar alergias e intolerancias, y por lo tanto deben estar debidamente señalizados en los envases de productos en los supermercados y en la hostelería.

Estos son el gluten, los crustáceos, los huevos, el pescado, los cacahuetes, la soja, los lácteos, los frutos con cáscara, el apio, la mostaza, los granos de sésamo, el dióxido de azufre y sulfitos, los altramuces y los moluscos. 

Algunos, como habrás podido deducir, son más habituales que otros, pero lo importante es saber que estos son los alimentos que pueden desencadenar estas reacciones. Lo siguiente es conocer las diferencias entre una y otra. 

¿Qué es una intolerancia alimentaria?

Cuando una persona dice ser intolerante a un alimento en concreto, básicamente lo que ocurre en su organismo es que es incapaz de procesar ese alimento o algunos de sus compuestos. Puede ser porque sus enzimas sean incapaces de romper los componentes de este alimento para digerirlo adecuadamente o porque, simplemente, carecen de esas enzimas necesarias para procesarlo. 

Esto, al final, causa problemas digestivos. Los más frecuentas son náuseas, vómitos, hinchazón, dolor abdominal o diarrea, entre otro cuadro sintomatológico.

Las intolerancias más recurrentes son la intolerancia a la lactosa, al gluten o a la fructosa. Es importante subrayar que las intolerancias están relacionadas con el metabolismo, de ahí que el cuerpo sea incapaz de digerir o procesar correctamente los componentes compuestos de estos alimentos. 

¿Y qué es una alergia?

Si anteriormente hemos explicado que una intolerancia está vinculada con el metabolismo, las alergias lo están con el sistema inmunológico. Ya no solo estamos hablando de alergias alimentarias, sino de todas aquellas en general.

Básicamente se podrían definir como la reacción de nuestro cuerpo al entrar en contacto con un alérgeno. Nuestro sistema inmune lo identifica como una amenaza y, por consiguiente, comienza una guerra contra el mismo. 

¿Y cómo lo hace? Mediante un proceso inflamatorio que produce anticuerpos. Por lo tanto, si en una intolerancia hablábamos de una incapacidad de digerir ciertos componentes, cuando estamos ante una alergia estamos ante lo que nuestro cuerpo identifica como una amenaza. 

En términos generales pueden producirse rojeces, erupciones, asma o rinitis, pero también pueden presentarse otros síntomas como edemas, problemas respiratorios, shocks anafilácticos y, en casos muy graves, la muerte. Cuando hablamos de las alergias alimentarias puede también producirse diarrea, vómitos, hinchazón o dolor abdominal. Eso sí, es importante diferenciar los síntomas gastrointestinales que señalan una intolerancia a los de una alergia. 

Normalmente las alergias se identifican desde que somos pequeños, mientras que las intolerancias pueden desarrollarse con el paso de los años. No es una norma escrita, pero suele ser lo más normal.