La fatiga pandémica desincentiva la actividad física de las personas mayores

Los síntomas depresivos, la fatiga pandémica y la reducción de las relaciones sociales han influido negativamente en la actividad física que las personas mayores han llevado a cabo durante el confinamiento en España, según un estudio de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC).

La investigación, publicada en International Journal of Environmental Research and Public Health, ha analizado la actividad física previa y posterior al confinamiento de 98 personas de una media de 82 años de edad.

Los resultados del estudio muestran que la disminución del nivel de actividad física de las personas estuvo influida por el hecho de vivir solas (38 %), tener síntomas depresivos previos (21,9 %) y por la fatiga pandémica (38,1 %).

En el lado contrario, las personas con mayor contacto social y que mantuvieron otro tipo de actividades de ocio, como la lectura, han mostrado unos niveles de actividad física más elevados.

El impulsor del estudio, profesor de la UOC y director del grupo de Envejecimiento, Fragilidad y Transiciones del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR), Marco Inzitari, señala que estos datos son una evidencia "de la constelación de factores" de salud y sociales que contribuyen a reducir la actividad física.

Según Inzitari, esta disminución se debe a "aspectos previos a la pandemia, como el hecho de tener síntomas depresivos, pero al mismo tiempo a las relaciones sociales, la fatiga que se percibe dada la situación de pandemia y tener menos red social".

Ante esta consideración, el investigador sostiene que "hay que procurar que progresivamente estas personas recuperen las relaciones sociales".

"Tenemos que velar por su estado anímico, porque con actividad física por sí sola no llegaremos a resultados", ha agregado.

En este sentido, el estudio propone una serie de consejos para volver a ejercitarse tras la pandemia, como hacer 150 minutos de actividad física moderada que refuerce la musculatura, mantener una dieta variada, cuidar de las relaciones sociales y establecer unas pautas de sueño que ayuden a dormir mejor.

Estos consejos, según Inzitari, también requieren de la intervención de los agentes de salud, geriatras, servicios sociales, entidades del tercer sector y cuidadores.