Los obstáculos de Echenique en el Congreso que sufren más de un millón de personas en España

Las personas en silla de ruedas existen, aunque no se ven en el centro de las ciudades, en las cafeterías o comprando debido a las barreras arquitectónicas

Echenique, en el foso del Salón de Plenos del Congreso tras su constitución en diciembre

Marcelino Abad

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Las barreras arquitectónicas que condenan a las personas con movilidad reducida a no desarrollar una vida con normalidad se han evidenciado en la Casa de todos. Una de las imágenes más sorprendentes de la reciente investidura de Pedro Sánchez ha sido la del nuevo portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, aislado del resto de diputados en el foso del salón de plenos del Congreso, junto a las taquígrafas que recogen lo que dicen los políticos en el Diario de Sesiones.

El dirigente, que padece atrofia muscular espinal, una enfermedad hereditaria y degenerativa que lo ata a una silla de ruedas, por el momento no podrá sentarse junto a sus compañeros de partido ni acceder a la tribuna de oradores. Tampoco podría formar parte de la Mesa ni ocupar sillones ministeriales porque la silla de ruedas es, hoy por hoy, una rémora. En la anterior legislatura, Echenique optó por la última fila, a la que podía acceder mediante un ascensor. Igual que él, sufrieron esta situación otros diputados como los populares Ignacio Tremiño o Francisco Vañó.

Aunque el Congreso estudia hacer obras, se trata de una cuestión compleja porque el edificio, del siglo XIX, es histórico y está catalogado.

El popular Ignacio Tremiño durante una intervención en el Congreso

El popular Ignacio Tremiño durante una intervención en el Congreso

Javier Font, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, entiende que esta situación es “humillante” para las personas con problemas de movilidad. “Algunas han llegado a la política para normalizar la vida de nuestro colectivo en la sociedad”, dice en conversación con Cope.es, pero las barreras aquitectónicas generan un “rechazo indirecto” hacia ellas.

Font explica que “siempre hay posibilidades” para lograr la accesibilidad y que se pueden “hacer las cosas bien”. Cita el caso de la Asamblea de Madrid, donde las personas con movilidad reducida no se encuentran con obstáculos gracias a la instalación, por ejemplo, de puertas automáticas. En la Asamblea Regional de Murcia, su presidente, Alberto Castillo, se ha comprometido a cambiar la actual tribuna de oradores por otra con accesibilidad total y altura regulable. El pasado diciembre, la diputada del PP Sonia Ruiz Escribano, en silla de ruedas, tuvo que intervenir desde su escaño al no estar adaptado el hemiciclo a las necesidades de las personas con discapacidad funcional.

A juicio de Font, la propia Administración “no está cumpliendo la ley”. El 4 de diciembre de 2017 finalizó el plazo para que bienes, servicios y edificios fueran accesibles en España a todas las personas de acuerdo con la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad, que puso fin a la prórroga de cuatro años que el Gobierno había dado para acometer ajustes razonables en edificios públicos y privados.

MÁS DE UN MILLÓN DE PERSONAS CON MOVILIDAD LIMITADA

Aunque no hay una estadística que diga cuántas personas en silla de ruedas hay en España, la última encuesta de 'Discapacidad, Autonomía Personas y situaciones de Dependencia' del INE de 2008, que se actualizará en 2021, dice que en 1,2 millones de hogares con personas con movilidad limitada hay barreras de acceso en sus edificios, como escaleras sin rampas o sin plataformas móviles. De hecho, 305.400 personas tuvieron que cambiar alguna vez su domicilio por motivo de su discapacidad.

Ramón Hernández, de la Federación de Coordinadoras y Asociaciones de personas con discapacidad de las Comunidades Autónomas de España, asegura que ha tenido que "luchar mucho" para hacer accesible la entrada a su casa. Debido a las barreras arquitectónicas, muchos hogares se convierten en jaulas para las personas con problemas de movilidad.

“Las personas en silla de ruedas existen”, aunque no se ven en el centro de las ciudades, en las cafeterías o de compras. Su vida se reduce a los “pocos” espacios adaptados por los que pueden desplazarse. El problema en la calle más importante es el bordillo de la acera, seguido de obstáculos como papeleras, farolas o socavones, explica la encuesta del INE.

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Jaime Gismero, de la misma institución que Hernández, pone un ejemplo concreto. Aunque los autobuses urbanos en Madrid están adaptados, por cada uno solo puede viajar una persona en silla de ruedas, de modo que si ya está realizando un trayecto, otro usuario en su misma situación tiene que esperar a que pase otro. Además, destaca los "problemas de mantenimiento" de las rampas, que a veces no funcionan, con la consecuencia de que la persona en silla de ruedas no puede subir o, si ya está dentro, debe esperar a que la saquen los bomberos, el samur o personal de mantenimiento.

En este sentido, Gismero critica que los "profesionales que desarrollan obras públicas" muy pocas veces tienen en cuenta las necesidades de las personas con movilidad reducida.

"El principal problema es la invisibilidad, no poder vivir tu vida de forma autónoma e independiente", lamenta.

Como dijo el exlanzador de Grandes Ligas de Béisbol Jim Abbott, que logró el éxito a pesar de haber nacido sin una mano derecha, “la discapacidad no te define; te define cómo haces frente a los desafíos que la discapacidad te presenta".

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