Países Bajos gana Eurovisión y España suma una nueva decepción con Miki

El neerlandes Duncan Laurence obtiene la victoria en un desenlace de infarto. "La venda" se conforma con el puesto 22

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Javier Escartín

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

La fiesta terminó en decepción. Pese a los buenos augurios y la confianza que transmitía la delegación española en los días previos, Miki sumó este sábado un nuevo desastre al holgado balance fallido de España en Eurovisión. No bastó la alegría y el color de una actuación enérgica y vibrante para contagiar a Europa del carácter verbenero y festivo de nuestra propuesta. "La venda", definitivamente, no cayó.

Miki sólo pudo ser 22 de 26 tras ser la opción menos votada por el jurado (7 puntos) y recibir sólo 53 puntos del televoto. Un resultado que sólo mejora un puesto al de Amaia y Alfred en la pasada edición y que se queda muy lejos de las expectativas que la candidatura había generado. Y todo pese a que las 7.500 personas que vivieron este sábado en directo la final del festival en la Expo de Tel Aviv (Israel) bailaron, disfrutaron y recompensaron a la propuesta española con uno de los mayores aplausos de la noche.

Miki, muy sonriente y vigoroso, se mostró seguro sobre el escenario y estuvo correcto vocalmente. Con una puesta en escena trufada de elementos, el artista español quiso exponer a toda Europa el mensaje que transmite el tema: despojarse de los prejuicios y ser uno mismo. Para ello, contó con una estructura que simulaba una casa por la que el 'triunfito' se movía 'despertando' del letargo y la rutina a cuatro de sus bailarines. La actuación también mantuvo la presencia de 'Paco', la marioneta de tres metros que representa la opresión de la sociedad y que ha sido el elemento escénico que más controversia generó desde los primeros ensayos de Miki en Tel Aviv al no entenderse bien el papel que la figura representaba en el 'teatrillo' español. Pese a las críticas, la delegación española mantuvo su idea y Miki peleó contra el muñeco gigante para liberarse simbólico de las cadenas de sociedad y proceder a disfrutar de la vida con alegría y diversión, una invitación que hizo extensible a todo el público presente mezclándose con ellos en el satélite del escenario y grabándoles con una cámara GoPro cuyas imágenes se proyectaron como fondo de pantalla. En definitiva, una suma de conceptos y pretensiones que tal vez restaron fuerza y alegría a un tema que ya de por sí tenía el carácter festivo en su ADN. Dicha parafernalia excelsa y superflua, a tenor del resultado final, sólo deja como positivo el trabajo serio realizado por la delegación española para llevar al éxito (sin conseguirlo) un proyecto eurovisivo cerrado en torno a una buena canción y un artista solvente y comprometido con el encargo recibido por el público de "Operación Triunfo". 

En un encuentro con periodistas tras concluir el certamen, el 'triunfito' aseguró estar "muy orgulloso" de su actuación. "Tanto la parte vocal como la escenográfica han sido perfectas. Queríamos hacerlo bien y lo hemos conseguido. Creo que ha sido nuestro mejor pase y eso para nosotros ya era ganar", ha dicho.  Miki no supo dar respuesta a por qué los jurados y los espectadores habían dado la espalda a su candidatura. "Por lo que sea, la gente la disfruta y la baila pero luego no la vota", dijo. Sin embargo, él consideraba que la candidatura merecía al menos estar entre los diez primeros de la tabla. 

Donde sí hubo fiesta y desbordante algarada fue entre la delegación neerlandesa. Países Bajos se proclamó ganadora de Eurovisión 2019 gracias a la emotiva balada - "Arcade" - interpretada por Duncan Laurence. El país centroeuropeo, que no ganaba desde 1975 con Teach-In y su célebre "Ding-a-Dong", suma así ya cinco triunfos en su palmarés. El artífice del fin a casi medio siglo de decepciones ha sido el intérprete de 25 años, participante de "La Voz" en su país. En una escenografía donde predominó la oscuridad, Duncan Laurence interpretó sentado al piano esta obra compuesta a raíz de su propia experencia personal. Y es que "Arcade" habla de la misión de buscar el amor de tu vida, una esperanza que el cantante dice que, a veces, es "inalcanzable". "Quería hablar sobre historias conmovedoras que emocionaran a la gente, de mi propia vida o la de alguien. Finalmente, me inspiré en la historia de un ser querido que murió a una edad temprana. Decidí llamar a la canción 'Arcade'". ha dicho sobre el tema, que siempre ha estado como favorita para la victoria en las casas de apuestas. Todo parece apuntar a que esa persona sería el primer amor de Duncan, que falleció muy joven a causa de una enfermedad. Con una voz portentosa y una actuación muy emotiva y poderosa, el intérprete cautivó al público y obtuvo el apoyo claro tanto del jurado como del televoto. Duncan, además, se refugió en la música para superar el acoso escolar que sufrió de niño. "Mi niñez no fue fácil. La música era un lugar a salvo para mí, un lugar donde me encontraba seguro y donde podría expresar mis emociones", ha contado. 

El italiano Mahmood quedó en segunda posición con "Soldi", el tema con el que ganó este año en Sanremo y que habla también de una historia personal. Su padre abandonó tanto a su madre como a él cuando era apenas un niño y a través de su canción el joven artista de origen egipcio recuerda a su progenitor que el amor familiar no se puede comprar a través del dinero. Italia iguala así el segundo puesto que obtuvo Raphael Gualazzi en 2011, año en el que la RAI regresó al concurso europeo tras una larga ausencia. El tercer triunfo italiano se sigue resistiendo. Esta vez, se ha quedado a 27 puntos. 

Sergey Lazarev, que regresaba al festival este año, volvió a ser de nuevo tercero. En este caso se ganó la medalla de bronce con "Scream", una balada en el que el famoso intérprete ruso protagonizaba una elegante puesta en escena donde los espejos, los reflejos y los tormentos jugaban un papel imprescindible. Por su parte, el suizo Luca Hanni fue cuarto, el mejor resultado para su país desde 2005, con una actuación enérgica y muy bien trabajada, digna heredera del "Fuego" de Eleni Foureira. 

Sin embargo

la apuesta más votada por el público fue la del trío noruego Keiino, cuyo tema se inspira en la lucha por la igualdad de derechos y contiene fragmentos en sami, la lengua de los lapones. Macedonia del Norte, la otra gran revelación de la noche, consiguió su mejor resultado histórico (octava) gracias a Tamara Todevska y un portentoso medio tiempo sobre el feminismo y el empoderamiento de la mujer, que además está dedicada a su hija recién nacida. 

En el festival de este año también ha habido lugar para la excentricidad y las opciones escénicas más arriesgadas: el reiterado cambio de color de la maltesa Michela para hacer honor a su tema "Chameleon", la silla gigante de la danesa Leonora, el jardín mágico de la griega Katerine Duska y, sobre todo, el descenso a los infiernos que propuso la bandesa islandesa de tecno punk Hatari, con jaula de cristal, fustas y fuego sobre el escenario. Destacaron muy positivamente la propuesta francesa de Bilal Hassani - que incluyó a una bailarina obesa y a otra sorda para recordar que todo el mundo puede alcanzar sus sueños y convertirse en rey o reina - o la del azerí Chingiz, que repara su corazón roto en una actuación con sonidos locales muy hermosos.

EL CONFLICTO PALESTINO, MUY PRESENTE

Aunque la actuación que más expectación generó fue, sin duda, la de Madonna. La reina del pop hizo su primera aparición en el festival de Eurovisión para interpretar su éxito "Like a prayer" y su nuevo single "Future" junto al rapero QuavoDurante nueve caros minutos - su actuación le ha costado al filántropo Sylvan Adams la nada desdeñable cifra del millón de dólares - la artista norteamericana ofreció una actuación en la que no estuvo correcta vocalmente y que incluyó un guiño político muy comentado: dos de sus bailarines acabaron cogidos del hombro mientras lucían en su espalda la bandera israelí y la palestina. La propia organización confirmó después que la estrella norteamericana ocultó este detalle de su puesta en escena durante los ensayos. No fue la única. El grupo islandés Hatari enfadó a la audiencia israelí al mostrar la bandera palestina en el momento de recibir los votos del público. La propia banda, que siempre se ha mostrado muy crítica con la elección de Israel como sede de Eurovisión, colgó también en redes sociales un vídeo en el que se podía ver a los miembros de la organización israelíes exigiéndoles la retirada de dichos símbolos.  Eurovisión, que nació para unir una Europa rota tras la II Guerra Mundial, no ha podido evitar que la política haya vuelto a mezclarse excesivamente con la música. 

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