La triste vida de "El Risitas": el origen de su apodo, su relación con Quintero y sus duros últimos días

Juan Joya Borja, 'el risitas', hizo reír al mundo entero. Sus conversaciones con Jesús Quintero se volvieron virales incluso años después de que fueran emitidas en televisión y millones de personas en todo el planeta reconocían a ese hombre desdentado y con una risa contagiosa que se ganó el corazón de todos.

Sin embargo, la vida de "El Risitas" no fue nada fácil. Nuestro protagonista nació en Sevilla el 5 de abril de 1956, en el Polígono de San Pablo. Comenzó a ganarse la vida vendiendo lotería y paquetes de Winston en el barrio de Santa Catalina. Sacaba lo justo para comer y para acudir a las tabernas, donde comenzó a ser popular por su incuestionable gracia. Especialmente en Quitapesares, la taberna del cantaor Pepe Peregil.¿Y de dónde vino su coletilla de 'El Risitas'? En 1972, Joya fue por primera vez al Rocío. Tenía 16 años y recibió el 'bautizo del Quema', que se da a los rocieros debutantes al cruzar el vado del río Guadiamar. Como no paraba de reírse mientras le echaban el agua, a alguien se le ocurrió bautizarle como 'Risitas', un seudónimo que le acompañaría el resto de su vida.

A pesar de su fama mundial, El Risitas no pisó un plató de televisión hasta pasar los cuarenta años. Fue el año 2000 en el programa 'El vagamundo', de Jesús Quintero, donde contaba sus vivencias en un tono cómico junto con el fallecido humorista Antonio Rivero 'el Peíto'. En su primera aparición, por ejemplo, contó que vivía de lo que el seguro le había dado después de ser atropellado por un Renault Clio. 'El Peito', su compañero televisivo, murió el 29 de diciembre de 2003 con sólo 44 años, algo que afectó mucho al Risitas.

Las apariciones de El Risitas con Jesús Quintero comenzaron a ganar mucha fama. Especialmente, el día que contó cuando trabajó en un restaurante de playa. Era el lavaplatos del local y lo que contó es absolutamente hilarante: Juan Joya dejó, por orden de su jefe, un montón de paelleras en la arena. Esto durante la noche, y con la intención es que la sal del mar las lavara. La marea acabó llevándose las paelleras mar adentro.

En sus años de máxima popularidad llegó a realizar bolos por las discotecas de España y a participar puntualmente en otros programas como "Crónicas Marcianas" o "Tiempo al tiempo". Además, Santiago Segura le incorporó a una de las entregas, la tercera, de "Torrente". Su fama también se extendió al resto del mundo. En Francia se le conoce como "Jezuuu" y en Finlandia llegó a protagonizar dos anuncios de pizza low cost. “¿Sabéis lo que es esto? No es una tapa, ni un bocadillo, ¡es una pizza de bolsillo! ¡Cuñaaaaaaaaao!”, dice en uno de ellos.

Los últimos días de El Risitas fueron muy duros. Con 64 años, ingresó en el Hospital Juan Ramón Jiménez donde sufrió la amputación de una pierna tras un problema vascular. Acabó viviendo en el hospital de la Caridad y cuando falleció, el 28 de abril de 2021, nadie reclamó su cuerpo. La hermandad de la Caridad de Sevilla se hizo cargo del funeral, celebrado en la Capilla de Cristo, al que asistieron familiares y amigos. Antes, según El Confidencial, "trabajaba en un chiringuito atrayendo al público, vendiendo pollitos de juguete o al cuidado de un castillo hinchable junto a la playa, amonestando a los niños mayores para que no se subieran a la atracción". "Desde hacía años, pedía un euro a la gente que se le acercaba a pedirle una foto o le pedía que le contara un chiste", cuenta.

Su relación con Jesús Quintero también fue peculiar. Él siempre le agradeció la oportunidad que le había brindado y su amistad se mantuvo en el tiempo. Pero como recuerda "El Confidencial", "a menudo Quintero le sacaba un cheque de 1.500 euros para hacerle salivar. El 'Risitas' abría los ojos al ver el dinero y Quintero jugueteaba con la idea de no dárselo. Una vez dijo en otra entrevista que Quintero le había dado un cheque diciéndole 'Ale, esto para que te vayas a la playa'. "Cuando llegué al banco, vi que en vez de mi nombre ponía "ya volverás", recordaba el 'Risitas'". Incluso un día se prestó a hacerse un tatuaje en directo. Mientras le temblaba la voz, Quintero le preguntaba si dolía más que un supositorio.

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