SEVILLA

Clasicismo elegante de Marín y emotividad en el toreo de Aguado

Gines Marín y Pablo Aguado pasearon una oreja ante el desigual comportamiento de la corrida de Juan Pedro Domecq.

Natural de Pablo Aguado al toro de Juan Pedro Domecq al que ha cortado una oreja

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

A estas alturas parece que no hay toro que se le resista a quien desborda límites para ajustarse únicamente a su genial concepción del toreo. Ya se inyectándole la emoción del valor o rememorando a los grandes de épocas pasadas, Morante, volvió a superar con nota este otro envite en su plaza de la Maestranza con un toro malo. Un toro muy complicado, de embestida corta e incierta, con el que resumió con capote y muleta la mágica sencillez de su toreo. Esta vez con detalles de reminiscencias gallistas y ese poder que atesora para hacer cómplice de su toreo a todo el que le ve.

Detalles y momentos con el cuarto de Juan Pedro, un toro malo al que se impuso a base de colocación, valor y torería. Lo único que ha podido mostrar el diestro de La Puebla en la ultima y sexta comparecencia de su excelente temporada de 2022 en la plaza de toros de Sevilla. Porque con el inválido primero desistió de inmediato ante un toro sin fuerzas que se paró en los inicios de faena. A ambos los mató muy mal.

Lo hecho por Ginés Marín al encastado y noble segundo se inscribió en esa línea de clasicismo elegante y pulido que caracteriza las formas del joven torero nacido en Jerez. Dotó de argumentos una serie de muletazos diestros de mano baja en los que el temple acarició con despacioso ritmo la embestida. Fue una lidia sostenible por la izquierda de quien acostumbra a comunicar su toreo a través de la despaciosidad del natural hoy mostrados en interesante faena que supo rubricar con media estocada, suficiente para conseguir la oreja.

Marín lo intentó todo y puso su actitud para agrandar. Algo imposible con el quinto. Un toro a la defensiva y sin un ápice de calidad en las acometidas. Dos pinchazos precedieron a la media estocada con la que le mandó al desolladero.

El toreo de Pablo Aguado se desgranó por medio de un pulso rítmico y elegante ante el tercero, un buen toro de Juan Pedro Domecq. Fue toda una armonía en los muletazos diestros enriquecidos por la ligazón. Y un ramillete de monumentales, hondos y lentos naturales de muleta a rastra, que se fundieron con notables pases de pecho, tuvieron el interés de lo auténtico. Momentos plenamente emotivos en una lidia de calidad elevada. En todo caso, el toreo irrumpió y la gente lo gozó. Hundió la espada y paseó la oreja.

El sexto fue un toro con genio y brabucón que no le dio facilidades al diestro sevillano. Los molestos y continuos cabeceos hicieron imposible cualquier atisbo de faena. No obstante, utilizó Pablo todos los recursos sin obtener nada bueno a cambio. De estocada lo finiquitó.

En el recuerdo ese toreo que es ritmo y misterio. Ese sentimiento dislocado y enrarecido que crece como una enredadera que atrapa y posee. Esa cumbre de Morante en la primera corrida de este corto ciclo de San Miguel que hoy puso su fin.

Sevilla, domingo 25 de septiembre de 2022. 3ª de Feria. Casi lleno.

Toros de

, de aceptable presentación y comportamiento desigual. Inválido el primero; encastado el segundo; noble con calidad en sus embestidas el tercero; malo sin paliativos el cuarto; a la defensiva el quinto; con genio y muy complicado el sexto.

Morante de la Puebla, silencio y silencio.

Ginés Marín, oreja y silencio.

Pablo Aguado, oreja y silencio.

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