UTRERA (SEVILLA)

Curro Durán pincha faena de orejas en la tarde de su alternativa en la que triunfan Talavante y Aguado

El diestro de Utrera cumplió su sueño de ser matador de toros, pero malogró con la espada una obra de premio.

Alejandro Talavante y Pablo Aguado en su salida a hombros este sábado en Utrera

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Consiguió la intensidad sentida y emocional desde un despacioso quite a la verónica al gran sexto de Aurora Algarra premiado con la vuelta al ruedo. Brindó a su gente para ofrecer, después, un toreo ordenado, profundo e hilvanado con la derecha, con un punto muy personal. Todo resultó bien hecho. Mejor con la diestra que al natural. Fue lo mejor de Curro Durán que se hizo matador de toros lidiando a “Palanquero”, un primer toro muy noble, terciado, de sosas embestidas y muy parado. Lo intentó el utrerano con ambas manos, pero no hubo forma de hilar faena, y para colmo lo mató mal.

Durán se creció con el sexto. El mejor toro de la noble y desfondada corrida de Luis Algarra. Templó la calidad de las embestidas con un toreo diestro y ligado rematado con enormes pases de pecho. Hubo buenos naturales y detalles por bajo sin concesiones. Faena larga exprimiendo al máximo las excelentes acometidas del toro. Alguno pocos pidieron el indulto. Absurda manera de hacer prolongar una lidia malograda, después, por el nefasto manejo de la espada.

A la noble corrida de Luis Algarra le ha faltado casta. Toros muy terciados, pero con embestidas soñadas para el toreo. Un toreo bonito, a veces bello, pero al que le faltó la emoción del toro.

Alejandro Talavante, muy seguro toda la tarde, toreó de salón a un segundo de excelsa calidad en su embestidas. Inmóvil en un quite por gaoneras se llevó a la gente de calle. Se hincó de rodillas y toreó a placer con la derecha en largos muletazos profundos en redondo y ajustados pases por la espalda. Acortó las distancias para epilogar la lidia con manoletinas ajustadas. Con la espada lo fulminó.

El cuarto se defendió en la muleta afeando una lidia discontinua y desigual. Destacó Javier Ambel en banderillas antes de que el diestro pacense dibujara algún que otro natural de su firma. Pinchó antes de la estocada.

Al final de la tarde, tuve la duda si a Pablo Aguado le faltó dar una vuelta más de tuerca a la lidia de sus dos toros. Y es que el sevillano, que embelesa con su toreo, no acabó de convencer. El tercero fue un toro muy pobre de cara y de embestidas cansinas. Pablo lo toreó con la izquierda muy despacio, de uno en uno, logrando naturales de ensueño, pero faltos de emoción.

Fue con el quinto, noble y de alegre embestida, con el que logró enloquecer al público con su toreo a la verónica. Que forma de parar el tiempo en unos lances acompasados y eternos abrochados con una media verónica que fue una pintura. Después se limitó a acompañar las embestidas con la naturalidad acostumbrada. Finalizó con un exquisito toreo por abajo. A ambos lo mató de estocada.