3ª FERIA DE SAN JULIÁN

Fernando Adrián triunfa en Cuenca con tres orejas y una gran tarde de toros

El diestro madrileño realiza el mejor toreo de una tarde entretenida, en la que José María Manzanares también puntuó.

Fernando Adrián en su salida a hombros este lunes en Cuenca

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La tercera de Cuenca vino a demostrar que lo de Fernando Adrián, que venía también de cortar dos rabos el día de antes en Arenas de San Pedro, no es fruto de la casualidad. De hecho, de sus manos brotó el mejor toreo de la tarde a pesar de compartir cartel con dos figuras.

El primero quiso embestir, pero solo pudo hacerlo a regañadientes, yendo rebrincado y soltando la cara. Morante se puso y compuso varias tandas encajadas aunque solo de limpieza intermitente, a excepción de una de naturales notables. Con la espada el sevillano no lo vio claro.

El cuarto bis recibió dos puyazos (uno de ellos muy trasero) y se dio una semivoltereta que le dejó el depósito de fuerza bajo mínimos. En otras manos este toro habría sido un sopor, pero Morante fue capaz de eclipsar las anodinas medias arrancadas a media altura.

¿Cómo? Pues como solo toreros de su corte pueden hacer, componiendo la figura y poniendo él lo mucho que le faltó a su antagonista. Acabó con el de José Vázquez de media arriba, si bien la tardanza al doblar a buen seguro retuvo la mano del presidente a la hora de sacar el pañuelo.

El segundo se desplazó bien por el izquierdo desde salida, y Manzanares le endilgó varias verónicas de recibo que tuvieron su aquel. En la muleta el alicantino logró lo más lucido al natural, si bien el trasteo careció de ligazón, por lo que los tendidos no pudieron romper a aplaudir con verdadera fuerza. El acierto con los aceros le granjeó una oreja.

Por su parte, el quinto metió la cara abajo haciendo círculos, tanto en las verónicas de salida como en el último tercio, cuando Manzanares se la dejó en la cara. No obstante, cuando el trasteo tomaba impulso, el toro de rajó y todo vino a menos, pidiéndose una oreja no otorgada.

Fernando Adrián, después de la corrección insulsa de los dos primeros toros, despertó a los algo adormecidos tendidos recibiendo al tercero con varios faroles de rodillas, antes de pegarle lances a cámara lenta por el pitón izquierdo.

Sin embargo lo sobresaliente llegó con la muleta, y no fue el inicio de rodillas con pases cambiados por la espalda, ni con algunos derechazos correctos aunque más mecánicos, sino en dos tandas de naturales soberbias, lentísimas, dando el pecho, llevando al toro cosido al vuelo, enroscándoselo y vaciando la embestida en la cadera contraria. Toreo de auténtica categoría; tanto que, a pesar de pinchar al primer viaje, paseó dos orejas.

El que cerró plaza tardeó unas veces, y arrancó con ímpetu repetidamente en otras. Eso sí, cuando acometía, lo hacía con enorme transmisión. Fernando Adrián anduvo algo más contemplativo, aunque también los hubo buenos por ambos lados. Se pasó de faena arrimándose, queriendo amarrar dos orejas que, a la postre, con justicia quedaron en una.

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