José Fernando Molina, cuestión de espada

El novillo que abrió festejo fue un zapato. Unas hechuras preciosas en sus 387 kilos. Lo quiso recibir Antonio Grande por verónicas de rodillas pero repuso mucho el utrero. Al final lo sacó a los medios por chicuelinas. También el quite fue por el mismo palo. El susto para el novillero salmantino llegó en el inicio de faena. Citó desde más allá del tercio para intentar un farol de rodillas. Lo arrolló el animal aunque por fortuna sin que calase el pitón. Siguió en su empeño Grande, que volvió a hincarse de hinojos para firmar la primera tanda en redondo. Muy templado anduvo el novillero con un oponente que derrochó nobleza y buen son. Mejor cuanto más le obligaba por abajo. El final a más con unas manoletinas muy ajustadas. Pero el posible trofeo se lo llevaron tres pinchazos antes de la estocada final. 

Con el cuarto, mucho más cuajado, tardó en centrarse Grande con él. A derechas se sucedieron muchos enganchones y algo de amontonamiento en las series. Sin embargo lo mejor llegó al natural. Tirando mucho del novillo, rompiéndose de verdad y llevándolo largo y profundo. Tan a gusto estaba el novillero charro que se pasó de faena. Sobraron quizá unas luquesinas en el final del trasteo. Se puso complicado de cuadrar el novillo y llegaron dos pinchazos previos a la estocada. El trofeo de nuevo se le iba por culpa del acero.

Fernando Plaza recogió en Santander el premio como novillero destacado de San Isidro. Para él fue el puesto reservado por la administración del coso de Cuatro Caminos. Su primer oponente fue un buen novillo de Zacarías Moreno al que muleteó con sus armas. Mano baja, muy acinturado y llevándolo largo y profundo. Algo fría la plaza con él pese al buen toreo que estaba exponiendo el novillero madrileño. La estocada, delantera y algo suelta necesitó del descabello. Y ahí se le esfumo el premio.

Con el quinto se volvió a repetir la historia. La faena de Plaza volvió a tener la impronta del toreo más cabal. Encajado y ajustado en los embroques, hubo buenos muletazos. Especialmente por el pitón izquierdo. Pero solo la benevolencia del palco impidió que sonasen los tres avisos tras los reiterados fallos con la espada y el verduguillo.

La primera oreja del festejo llegó en el tercero de Zacarías, un animal con hechuras de eralote adelantado que tuvo su punto de casta aunque sus embestidas fueron algo ásperas y desordenadas. José Fernando Molina se mostró dispuesto de principio a fin. Vistoso y variado con el capote y algo más irregular con la muleta. Se le intuyó el buen concepto en una tanda a derechas mediado el trasteo, la más lograda del conjunto. Una voltereta cuando ya epilogaba el trasteo hizo que los tendidos entrasen más enviado calor. Esto, y una espeluznante cogida sin consecuencias al entrar a matar le pusieron en bandeja la oreja que finalmente paseó el albaceteño.

Tras pasar por la enfermería y salir de ella con un vendaje en el muslo izquierdo, Molina lidió al sexto con mayores desiguales. Mejor a izquierdas que a derechas, por donde todo fluyó con menos intensidad, el albaceteño volvió a dejar patente su buen aire y estilo. Una estocada corta dio paso a una petición de oreja que el palco atendió. La salida a hombros estaba conseguida.

FICHA DEL FESTEJO

Santander, lunes 22 de julio de 2019. 2ª de Feria. Casi media plaza.

Novillos de Zacarías Moreno, cómodos de cabeza y desiguales de presentación. Terciados los tres primeros y más cuajados los tres últimos. Conjunto noble en el que destacaron la clase y calidad de los dos primeros y el buen pitón izquierdo del cuarto. Exigente el tercero. Manejables sin más el quinto y sexto.

Antonio Grande, saludos y saludos tras aviso.

Fernando Plaza, palmas tras aviso y silencio tras dos avisos.

José Fernando Molina, oreja y oreja.