CAMPO BRAVO
Los herraderos en las ganaderías de bravo, una tradición que ni el virus impide
El campo bravo continúa retomando su día a día en tiempos de pandemia con labores tan tradicionales como son los herraderos.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La primavera trae la celebración de los herraderos en las ganaderías de bravo, en un momento en el que las corridas de este año están más que en duda por el coronavirus, una fiesta tradicional en el campo de Salamanca y, de forma concreta, en las ganaderías de la familia López Chaves, en la comarca de Ledesma.
Y a pesar de todas las prohibiciones surgidas con motivo de este virus, estas fiestas camperas son permitidas, "con los permisos que requieren desde la Subdelegación del Gobierno", ha asegurado a Efe, vía telefónica, Ignacio López Chaves, propietario del hierro de su mismo nombre.
Los herraderos en las ganaderías de toros bravos son una auténtica fiesta que, como cada primavera, mueve a la familia del ganadero, a los amigos, en un día festivo que comienza con el marcado de las vacas y termina en una jornada gastronómica con productos típicos de Salamanca.
Pero en esta ocasión, y solo ver a los asistentes a la jornada laboral-festiva, se percibe que algo diferente ocurre esta primavera, en la finca Calzadilla del Campo, en el pequeño municipio de Guejuelo del Barro, con escasos 34 vecinos, de la comarca salmantina de Ledesma.
No hay la "misma alegría" que en ocasiones anteriores, "algo raro" se ve desde primeras horas de la mañana de este viernes, ha continuado su relato el ganadero López Chaves.
Esa diferencia se hace más relevante cuando se ve a los que asisten al herradero, con mascarillas, protectores de plástico para la cara, guantes y una separación casi constante entre los asistentes, debido a la obligación impuesta por el estado de alarma en el que se encuentra el país.
"Este herradero lo hemos hecho en familia, sin la presencia de tantos y tantos amigos que habitualmente vienen a nuestra casa. Qué le vamos a hacer. Es así y no podemos hacer otra cosa", se lamenta el ganadero salmantino.
Desde primera hora de la mañana comienza el trabajo, marcando un total de 68 becerros, entre machos y hembras, a hierro y fuego para facilitar su identificación posterior.
Cada animal con un año de edad quedará marcado, mientras está metido en un cajón de hierro, con la marca de la ganadería, el símbolo de la asociación ganadera a la que pertenece, el año de nacimiento y el número correlativo del animal.
Son novillos que serán lidiados a partir del próximo año en novilladas sin picadores; dentro de dos años, en novilladas con picadores; o dentro de 3 y cuatro años en corridas.
Los escasos asistentes de este año van protegidos con mascarillas protectores faciales y han tratado de mantener la distancia física entre ellos, "aunque es imposible en algunos trabajos".
La "incomodidad" de las protecciones no han impedido el desarrollo del herradero, incluso han servido "para hacer algunas risas" entre los que han podido participar de la fiesta ganadera.
"Aunque hemos llevado todo muy a rajatabla, estamos tranquilos porque nuestra familia está todo el día en el campo y apenas tenemos contacto con otras personas para poder contagiarnos", ha añadido Ignacio López Chaves.
A últimas horas de la mañana, el herradero concluye con la suelta de unas becerras para ser toreadas por el hijo del propio ganadero y por algún amigo de la familia, eso sí, ya sin las protecciones de la cara, "porque ahí solo están el hombre y el toro".
Y el herradero a vacas de dos hierros, Calzadilla del Campo e Ignacio López Chaves, concluye en silencio, con algunas risas por la celebración, y sin la comida multitudinaria de otras ocasiones: "lo principal es la salud y que salgamos bien de ésta, aunque soy optimista de que pueda haber corridas, con limitaciones, a partir de septiembre", se despide el ganadero salmantino López Chaves.