Los insectos, el 'superalimento' que no termina de convencer

A pesar de que se ha demostrado que aportan gran cantidad de nutrientes y de que su cultivo se ha disparado, los insectos no acaban de convencer a los consumidores

Varios insectos que se venden como alimento en un mercado

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Los insectos son el futuro de la alimentación. O al menos, eso es lo que defienden múltiples nutricionistas y también la Organización de las Naciones Unidas, que destaca su gran aporte a nuestro organismo a pesar de su pequeño tamaño.

A esto hay que sumarle, además, que se trata de un producto al alza que cada vez es más popular en diferentes países de occidente, donde quizás su consumo se vea con peores ojos. Al fin y al cabo, la entomofagia, que es el consumo humano de este tipo de animales, está muy asentada en varias zonas alrededor del globo, especialmente en Asia, África y Latinoamérica.

Además, desde principios de 2018 los insectos se han incluído en la ley de la Unión Europea de Nuevos Alimentos, lo que autoriza este tipo de producto para la venta y el consumo de los seres humanos.

Esto significó también la multiplicación de las conocidas como granjas de insectos, que son los lugares dedicados a la cría de este tipo de animales con distintos fines.

Estas han crecido de forma exponencial en los últimos años, llegando a instalarse a lo largo y ancho de Europa, y asentándose, de forma contundente, en algunas zonas de nuestro país.

Las ventajas del consumo de insectos

Aunque la idea, a priori, pueda parecer poco atractiva, los insectos son considerados el alimento del futuro por sus múltiples ventajas a varios niveles.

Por un lado, nos encontramos con su alto valor nutricional, por lo que a pesar de su tamaño pueden ser una buena fuente de proteínas, ya que estos invertebrados cuentan con un 50% de proteína en la masa de su carne. Al mismo tiempo, también aportan minerales como el hierro o el zinc, vitaminas o grasas poliinsaturadas.

Además, el consumo generalizado de insectos permitiría explorar una alternativa mucho más sostenible para nuestro planeta. Por un lado, porque para su cría son necesarias menos cantidades de tierra, agua y de energía, al mismo tiempo que estos animales producen menos residuos nocivos que la cría de animales tradicionales, como podría ser la de vacas (que producen un 80% más de metano) o los cerdos (que producen 12 veces más amoníaco).

Del mismo modo, la alimentación de estas especies se basa en una dieta de origen vegetal, por lo que el gasto en este apartado también se vería redcudido. Además, hay que tener en cuenta que para su cultivo no es necesario ningún gran esfuerzo ni unas condiciones demasiado exigentes.

Por otro lado, también habría que tener en cuenta que su consumo significaría el asentamiento de una nueva fuente de alimentos, lo cuál podría ayudar a mitigar la hambruna en el mundo y a reducir las desigualdades.

La tradición y el impacto

Aunque en Europa pueda sonar raro eso de comer insectos, lo cierto es que es una práctica bastante común en nuestros días, aunque todavía sigue lejos de asentarse como lo está en países como China, Tailandia o México.

De hecho, el problema en el 'Viejo cotinente' tiene más que ver con la visión sobre este tipo de productos que con el alimento en sí. Por ello, no es de extrañar que solo un 10% de las personas afirmen estar dispuestas a reemplazar la carne por insectos según una encuesta de la Organización Europea del Consumidor.

Sin embargo, quienes los han probado defienden su sabor, parecido a los frutos secos, y sus posibilidades, que engloban desde la ingestión del insecto frito o rebozado, hasta la creación de otros alimentos como patatas fritas o harina a partir de estos pequeños animales.

Sea como fuere, parece claro que este nuevo tipo de alimentos han llegado para quedarse, por lo que que no sería de extrañar si en los próximos años empiezan a invadir -aunque de una forma más agradable- las cocinas de miles de personas.

Programas

Último boletín

04:00H | 22 DIC 2024 | BOLETÍN