El motivo por el que un día tiene 24 horas: la respuesta está en los dedos de tus manos
Desde los egipcios hasta el Papa Gregorio XIII, estas son algunas de las razones que nos permiten comprender las medidas del tiempo en nuestra civilización
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Desde hace miles de años los seres humanos nos hemos preguntado acerca de este fenómeno, sin el cual no podemos comprender el mundo que nos rodea. Siempre usamos como referencia el tiempo, para pensar y hablar de pasado, de presente y de futuro.
Para Platón, el tiempo es una imagen móvil de la eternidad, imita la eternidad y se desarrolla en círculo. Es decir, el tiempo es cíclico, no lineal. Para Aristóteles, el tiempo es una de las condiciones de posibilidad del movimiento, y lo explica a través del concepto de cambio. A san Agustín de Hipona le preguntaron "¿Qué es el tiempo?", y no pudo más que responder: "si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé".
Ahora bien ¿Qué es el tiempo? ¿Qué origen tiene las medidas del tiempo? ¿Por qué así y no de otra forma?
La medición de los días se basa en lo que la Tierra tarda en dar una vuelta sobre su eje, sobre sí misma, 24 horas. La medida de las semanas se estableció en relación a la duración de dos fases lunares. Lo que dura un mes es el tiempo que tarda la luna en dar una vuelta a la tierra, y los años se establecieron en función de lo que dura la tierra en completar una vuelta al sol.
Sin embargo, estas medidas no se basan en la nada. Los egipcios, alrededor del 2000 a. C. contaban 12 meses cada año, formados por 3 semanas de 10 días más 5 días festivos cada mes. Lo que todo ello suma 360 días en un año. Sus semanas duraban 10 días debido a los movimientos de las estrellas, en concreto las que brillaban más.
La importante influencia de los sumerios
Más tarde, alrededor del 1.200 a. C. se encontraron tablas astronómicas en los ataúdes de las pirámides, y contenían 12 filas. Esto era porque el sistema egipcio de contabilidad era el sexagesimal, que heredaron de los sumerios, una civilización antigua. Es un sistema muy fácil de aprender y de utilizar y de simple aplicación.
Pero si focalizamos la explicación en los sumerios, ellos empleaban el dedo gordo para indicar las diferentes falanges restantes de esa mano. En concreto, contaban doce falanges por cada mano. Así, obteníamos la clave del origen de su sistema. Una influencia que claramente llega a nuestros días.
Cada día natural, además, se contabilizaba por 24 horas. Pero de forma separada, es decir, 12 horas de noche y 12 horas de luz del sol. Las hora de luz solar se medían gracias a la sombra, con los relojes de sol. Y las horas de falta de sol (nocturnas) con relojes de agua y con las estrellas del cielo.
Para los egipcios, además, el día empezaba cuando salía el sol, al amanecer, y siguió siendo así de forma general, hasta que el 1 de enero de 1925 se estableció el horario universal para pasar a contabilizar el inicio del día desde medianoche.
El Papa Gregorio XIII y los días de la semana
Los días de la semana tienen distintos orígenes. El domingo, del latín “Dominus”, que se refiere al día del Señor, y fue nombrado por el papa Gregorio XIII en el siglo XVI. El resto de días se refieren a los nombres de distintos planetas. Luna (lunes), Marte (martes), Mercurio (miércoles), Júpiter (Jovis en latín, jueves), Venus (Veneris en latín, viernes), Saturno.
El Papa Gregorio XIII fue también el que estableció el 29 de febrero como un día en sí mismo y que serían bisiestos aquellos años cuyas dos últimas cifras fueran divisibles entre 4 y los terminados en 00 únicamente si eran divisibles entre 400.
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