Archivo Bumerán | Casas lujosas que pueden traer disgustos a los políticos
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Las casas de los políticos han dado ocasión a más de un momento desafortunado. Los últimos en comprobarlo son Pablo Iglesias e Irene Montero a los que les echan en cara haber adquirido una propiedad parecida a la que ellos mismos criticaron de Luis de Guindos.
Los lujos siempre son un problema para los políticas si salen a la luz pública. Le pasó a Ernest Benach (ERC) con un reposa-piés en el coche, a Narcís Serra (PSC-PSOE) por un piano en el ministerio o al despacho Emilio Pérez Touriño cuando era presidente de Galicia.
Antes que ellos también fue criticada un inmueble de Félix Pons, el presidente socialista del Congreso de los Diputados.
La casa del ex ministro socialista Miguel Boyer y su esposa Isabel Preysler, apodada Villa Meona, fue muy criticada y hasta el actor Fernando Fernán Gómez hizo célebres bromas sobre la misma.
A otro ex ministro socialista, José Luis Corcuera, le acusaron de tener un gran chalé, aunque él siempre lo negó y denunció como una campaña de intoxicación.
Esperanza Aguirre también usó los domicilios de sus rivales políticos del PSOE Rafael Simancas o Ruth Porta en célebres debates parlamentarios
Aunque ninguno de ellos ha salido tan mal parado como el ex presidente de Brasil, Lula da Silva, a quien aceptar casas como regalo de empresas petroleras le ha llevado a prisión.