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Iglesias, Anguita y González: La baza de amenazar con dimitir

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Juan Francisco Lamata

Publicado el - Actualizado

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La opción de un líder político de poner su cargo a disposición de los militantes para forzar a las bases a respaldar su punto de vista o de lo contrario amenazar con retirarse es una baza que ha sido usada por varios políticos.

En noviembre de 1990 Margaret Thatcher sometió su continuidad política a una votación interna, y aunque aquella votación le resultó favorable, consideró que el hecho de que un 40% de sus ediles estuvieran contra ella era suficiente para dimitir.

En España hasta ahora sólo se habían dado dos casos.

El primero se produjo en 1979 el Secretario General del PSOE, Felipe González, solicitó la retirada del marxismo del ideario socialista.

El Congreso socialista rechazó la propuesta de González y entonces este se jugó su mayor baza: dimitir del liderazgo. Si querían que Felipe González siguiera, debían renunciar al marxismo.

A la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética en 1991, surgió dentro de Izquierda Unida una corriente que pedía la disolución del Partido Comunista de España. Que el PCE y los otros partidos de la coalición desaparecieran y que IU fuera la única plataforma como un partido federado por regiones. El rechazo de Anguita a disolver el PCE le llevó a anunciar su dimisión como cooordinador General de Izquierda Unida. Julio Anguita ganó aquel pulso y la III Asamblea de 1992 aceptó el planteamiento de este logrando así su continuidad al frente de la formación.

El tercero lo protagonizan ahora el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias y la portavoz Irene Montero. Y lo llamativo es que no es por el modelo de partido, como González o Anguita, sino por su vida persona.

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