La faba se protege contra el cambio climático: un simulador recrea las condiciones óptimas para su cultivo
El experimento se desarrolla en Peón, un pequeño pueblo del concejo de Villaviciosa
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Entrevista con Fidel Díez, director de I+D en CTIC
Oviedo - Publicado el
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El cambio climático y los bandazos meteorológicos complican el cultivo de muchas especies de plantas y hortalizas. La faba, por ejemplo, es poco resistente a variaciones de humedad y temperaturas. De hecho, la última cosecha quedó resentida por el exceso de calor y la falta de humedad. Las condiciones meteorológicas idóneas que necesita esta legumbre típica de Asturias han sido recreadas por el Centro Tecnológico de Innovación (CTIC) con un simulador climático que permite anticiparse a distintos escenarios meteorológicos para determinar su impacto y conseguir que los cultivos prosperen. Se trata de una infraestructura de 2 metros de alto por 1,5 de ancho ubicada en Peón (Villaviciosa), un pequeño pueblo de apenas 400 habitantes. Está basada en sensórica y tecnologías IoT (Internet of Things) que permite recrear simultáneamente diversos climas y realizar experimentos con distintos tipos de plantas y hortalizas. El simulador cuenta con diferentes equipos y sensores para controlar temperatura, humedad, luz, ventilación, riego o concentración de CO2.
EXPERIMENTO CON LA FABA
La faba es uno de los cultivos sometido a estudio en el laboratorio climático de Peón. Las variedades autóctonas de esta legumbre han pasado con éxito las pruebas de estrés y han mostrado “gran resiliencia” a temperaturas superiores a los 32ºC, según ha explicado en COPE el director de I+D del CTIC, Fidel Díez. Los resultados obtenidos permiten ver qué modificaciones se pueden hacer para que no merme la calidad y el volumen de producción. “Es una forma de proteger el cultivo y la economía”, destaca el investigador.
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Fidel Díez, director I+D de CTIC
Aparte de faba, el simulador climático del CTIC también estudia el comportamiento de otros cultivos como el trigo o distintos tipos de pastos. “Hacemos un seguimiento desde germinan hasta la cosecha final”, aclara Díez.
El experimento de Peón es “completamente sostenible” por los contenedores marítimos que utiliza y porque se alimenta de energía generada en placas fotovoltaicas.