Tenerife es una plaza apetecible dentro de un fútbol cada vez más plagado de propietarios extranjeros. Experiencias como las mexicanas de Sporting de Gijón y Real Oviedo están cerca de reproducirse en el fútbol español.

Muchas empresas pululan en busca de nuevos clubes que puedan cambiar de manos y la entidad blanquiazul es una de ellas. La debilidad del sindicato de accionistas que comanda José Miguel Garrido abriría una posibilidad de venta.

De ahí que se hayan interesado dos posibles compradores en las últimas fechas. Un fondo de inversión y una empresa con capital sudamericano han indagado sobre la cantidad necesaria para hacerse con el control del Tenerife. Pero se han encontrado un problema: la fragmentación.

Tres grandes porciones de tarta (los sindicados, Rayco García y Juan Pelayo) tendrían que ponerse de acuerdo para que un hipotético comprador alcance el 51% de las acciones que le otorgaría plenos poderes.

Es cierto que con dos de esas tres porciones ya sería efectivo ese control. De hecho, a Miguel Concepción nunca le hizo falta llegar a un 40 por ciento del capital para aplastar a sus opositores.

Sin embargo, los compradores extranjeros suelen requerir la seguridad de los números. Y en la tesitura actual esto supondría la congelación de cualquier movimiento en ese sentido. El futuro del Tenerife pasaría por un cambio de mano de los actuales accionistas.