De vacaciones, pero con un ojo puesto en la Isla. Así andan los jugadores del CD Tenerife. Sobre todo los pesos pesados, que observan con preocupación la inestabilidad institucional que afecta al club.

Aunque desde La Propiedad se insiste en transmitir tranquilidad y que el proyecto 24/25 sigue su curso, la plantilla es consciente de la fractura entre los máximos accionistas y de la debilitada figura de José Miguel Garrido.

Durante la temporada ya fueron testigos de varios episodios que dejaron marcado al máximo accionista en su relación con los jugadores. Injerencias, comentarios fuera de lugar a juicio de los futbolistas y una errática toma de decisiones. Ese cóctel ha hecho tambalear la confianza en la planificación del próximo curso.

La elección de Óscar Cano, más por las formas que por el resultado, tampoco ha gustado a algunos futbolistas. Ni el cambio de criterio sobre parte de ellos, a los que la comisión deportiva renovó hace un año y que hoy tienen el cartel de transferible colgado en la espalda.

Los comentarios de otros directores deportivos y de algunos representantes tampoco ayudan a mantener la fe en Garrido. Y espantadas como la de Dani Tasende agudizan la sensación de que el Tenerife ha dejado de ser un destino idílico.