La política vuelve a cruzarse en el camino del CD Tenerife. No es la primera vez ni la segunda. La intervención directa de Rosa Dávila, presidenta del Cabildo Insular, en la crisis institucional blanquiazul ha sacudido a los principales accionistas.

Algunos han bendecido las palabras de Dávila, otros no lo ven claro. Como es lógico, es José Miguel Garrido el que no saluda con una sonrisa la invitación a vender y marcharse que le hacen desde la Corporación Insular.

Se podría decir que el máximo accionista respeta, pero no entiende las manifestaciones de Dávila. O incluso de su vicepresidente, Lope Afonso, en Deportes Cope Tenerife. La intención de esta intermediación política pasa por incrementar la presión.

Los accionistas del sindicato, atrapados en el acuerdo que ellos mismos firmaron, ven a Rayco García como la gran solución. Él hará el desembolso que ellos niegan. Pero cuando Garrido quiera vender. Y ahí es donde entra Dávila. “Entendemos que lo prudente es que dé un paso al costado”, ha repetido.

En anteriores ocasiones, la política también se relacionó directamente con el CD Tenerife en tiempos de crisis. El propio Paulino Rivero, ahora presidente de la entidad, ejerció como mediador en 2006.

Por entonces era diputado en el Congreso e impulsó el encuentro de La Ermita, al que acudieron más de 60 empresarios. De ahí salió presidente Miguel Concepción como relevo de Víctor Pérez Ascanio y su dimitido consejo en febrero de 2006.

Una década más tarde, justo cuando Concepción se abrió a dejar el cargo, todo parecía indicar que Paulino Rivero sería su sucesor. Pero entonces intervino el Gobierno de Canarias.

Fernando Clavijo, que había pugnado por ser candidato años antes con Rivero, sacó a la palestra una incompatibilidad para recibir dinero público si el sauzalero accedía a la presidencia del Tenerife. Quedaba bloqueada así su entrada en el club. Concepción accedió a la reelección y siguió hasta 2022.

En esta oportunidad parece difícil una intervención más directa. Está descartada la compra de acciones y, también por ahora, algún tipo de bloqueo político a lo que ingresa el Tenerife del Cabildo. Sin el convenio de patrocinio ni la financiación de las obras del Heliodoro estaría en dificultades la entidad. El tiempo para ese paso de presión extra no ha llegado.