ALBACETE EN POSITIVO

El afán de ayudar a las personas mayores de una residencia: ejemplo de fortaleza y saber estar

La historia de Rocío que como enfermera decidió internarse en la residencia junto con las personas mayores que allí residen

Rocío enfermera

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Enfermera en la Residencia Asilo de San Antón en Albacete. Rocío junto al resto de compañeros y compañeras ha vivio la psicosis generada por el COVID19 desde dentro de la residencia, ella no dudó en quedarse interna junto a sus pacientes que lleva cuidando desde hace tres años. La residencia le ofreció cama y comida, lo único que Rocío necesitaba para continuar salvando vidas.

Ella es nuestro 'Albacete en Positivo' de hoy por superar con los más de cien internos esta hecatombe que, ha sacudido a la sociedad, y más fuerte a las personas mayores. Ha vivido días en los que no había material de protección y faltaban otros muchos medios "aunque ahora salgan políticos diciendo que no nos ha faltado de nada, eso es mentira, hay que hablar y decir las cosas como son". Sin embargo agradece enormemente a "la gente que ha donado o la misma residencia que ha comprado materiales de protección de manera privada".

Para los residentes ha sido duro "por no poder ver a sus familiares, estaban tristes, no entendían nada y nos veían disfrazados con caretas". Rocío reconoce que un punto clave han sido el personal auxiliar porque "han hablado con ellos, los han tranquilizado" y también el papel de las hermanas de la residencia que "ellas con sus propios teléfonos móviles hacían vídeollamadas con los familiares de los pacientes para ver que estaban bien". Rocío añadía que son personas que "ya han sufrido bastante toda la vida y aun así están agradecidos, cosa que deberíamos de estar nosotros de ellos; por su ejemplo de fortaleza, de saber estar y de aguantar como héroes".

Mejor y peor momento

Rocío nos cuenta que su peor momento sin duda fue el último día de marzo y el uno de abril, "fue el día que más personas fallecieron, en total 7 u 8 residentes. No se me olvidará nunca, es una fecha que se me ha clavado a fuego, pensar que no podíamos hacer nada con personas que has curado y ayudado durante tres años, era un momento de impotencia". La parte más positiva para Rocío fue sin duda cuando "por fin nuestros residentes, que habían enfermado de COVID, estaban practicamente curados, y en uno de los paseos aislados que daban por la 'zona roja', uno de estos abuelitos me dijo que todo esto era gracias a nosotras por haberlos salvado" fue un momento muy emotivo para esta enfermera que llevaba tantos días y noches encerrada en la residencia trabajando al 200% por eso "no necesito un Premio Princesa de Asturias si uno de los abuelitos de la residencia me agradece mi trabajo".

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